martes, 5 de febrero de 2013


CAPITULO II

Compruebo que la puerta esté bien cerrada y camino hasta una silla que veo al otro lado del mostrador donde una, realmente guapa, mujer espera sentada indicándome con la mano que me siente. Tiene el cabello oscuro y grueso, la piel bronceada y unos labios perfectamente perfilados. Es realmente atractiva. No llegara a los 40 pero cerca estará. Parece colombiana o de alguno de esos países del sur d América.  En cuanto me acerco se incorpora y me tiende la mano mientras yo tomo asiento.

-          ¡Buenos días, Alejandra! Es un verdadero placer conocerte – dice abiertamente.

-          Buenos días señora…. – digo abrumada.

-          Rico. Rosalinda Rico. Pero tú puedes llamarme Rosa – dice con simpatía.

Parece muy dispuesta en todo momento. Es simpática y enseguida me cae bien. No borra la preciosa sonrisa que tiene de la cara en ningún momento. Le hace gracia mi expresión, todavía de asombro y, a la vez de miedo a lo desconocido.

-          Ayer hablaste por teléfono con mi secretaria, ¿verdad? – pregunta con tranquilidad.

Asiento con la cabeza esperando que me informe sobre el misterioso puesto de trabajo. No dejo de preguntarme de que va todo esto y siento unas tremendas ganas por saberlo. Me pica la curiosidad.

-          Bien, Alejandra. ¿Puedo llamarte Alex? – pregunta mientras yo asiento con la cabeza. Te he hecho venir hasta aquí para ofrecerte un trabajo que, puede, cambie el resto de tu vida. ¿Estarías dispuesta a dejarlo todo? – dice directa.

-          Eh... bueno… yo… - tartamudeo nerviosa ante la pregunta. ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Cómo voy a dejarlo todo por algo que no conozco? No sé qué decir, señora Rico.

-          Tranquila, es una respuesta de lo más normal. La culpa es mía por decírtelo así – me dice divertida. El trabajo consiste en ser mi ayudante personal. Soy una mujer importante con eventos constantes y no me vendría mal un poco de ayuda. Como te he dicho antes puede que te necesite a cualquier hora del día y tu, deberás acudir a donde yo te diga – dice sin rodeos. . ¿Parece fácil, verdad? Pues no lo es. He tenido cientos de ayudantes y a todas las he despedido por incompetentes. Tienes que dar la talla en todo momento y estar siempre a mi disposición. ¿Entendido? La remuneración es muy alta si cumples con tu trabajo. Así de sencillo. ¿Alguna pregunta?

-          ¿Su ayudante personal? – pregunto aliviada. Todo el temor con el que venía se esfuma en un segundo. Dani … pienso. Siempre pensando mal y hacérmelo creer a mí. Solo se trata de ser la  ayudante de esta señora. No creo que sea tan difícil - ¿Y qué tendría que hacer exactamente, señora Rico?

-          Estar en todo momento dispuesta para mi, a cualquier hora y en cualquier situación – responde secamente. La expresión de la cara le ha cambiado.

-          En el anuncio ponía que el puesto estaba dirigido a una persona de entre 18 y 24 años, ¿Por qué?

-          La gente joven es más competitiva y tiene mucha más vitalidad. Además no poseen de mucha experiencia y eso me agrada porque no me gusta la gente que sabe demasiado. Soy muy temperamental y me gusta dominar. Con la gente joven es mucho más fácil – contesta con seguridad.

-          ¿y porque mujer? – pregunto curiosa.

-          Me llevo mejor con las mujeres que los hombres. Son mucho más inteligentes y me comprenden mejor – responde. ¿Estás interesada en ser mi ayudante?

-          Claro… no veo por qué no. ¿Cuándo tendría que empezar?

-          Hoy mismo si puedes. Necesito mandar unos paquetes a una empresa – responde rápidamente.

Oh… vaya…. Que rapidez…. ¿Tendria que consultarlo con alguien primero? ¿Qué voy a hacer con el viaje a Valencia? ¿Tendría que hablar con Dani? ¡No! No soy ninguna niña pequeña. Las decisiones sobre mi vida las tomo yo y lo de Valencia… llamare a mis padres y les diré que he encontrado un trabajo y que ya iré mas adelante.

-          Puedo empezar hoy mismo, señora Rico – digo decidida.

-          Puedes llamarme Rosa. Tendrás un periodo de prueba de un mes para comprobar cómo evolucionas. Si no estoy convencida te despediré. El salario es de 3000€ al mes. Si me gusta como trabajas te hare un contrato de 6 meses y no podrás irte hasta que lo cumplas. Y el último punto y no menos importante; no podrás hablar con nadie del trabajo que tienes, al menos de para quien trabajas. No puedes hacerte una idea de lo popularmente conocida que soy. No te beneficiaria nada que la gente supiera con quien estas – dice poniendo los ojos en blanco. ¿Tienes alguna pregunta relacionada con el trabajo? – pregunta queriendo zanjar el tema.

-          No, ninguna – respondo rotunda. Tengo una amiga esperándome fuera y quisiera poder decirle que empiezo ahora mismo a trabajar para que pueda irse tranquila a su casa.

-          Muy bien pero no tardes.

 

Asiento y salgo algo aturdida por la entrevista. ¿Popularmente conocida? ¿Quién será? ¡Yo no la había visto en mi vida! En la recepción me espera Dani con cara de póker. Decido cambiar mi cara de tonta.

-          ¿Qué tal ha ido? – pregunta intrigada.

-          Muy bien. Empiezo hoy mismo. ¡Me ha pedido que sea su ayudante por 3000€ al mes! – digo sobresaltada.

-          ¿Cuánto? – pregunta Dani sin poder creérselo.

-          Lo que has oído y evidentemente le he dicho que si. El negocio de mis padres no va tan bien como les gustaría, que yo trabaje les vendrá bien. Así no les tendré que pedir dinero – respondo. Lo malo es que empiezo ahora mismo.

-          ¿Ya? ¡Que rápido! – se alarma. No estoy muy convencida de que te quedes aquí. Este sitio no me gusta nada y la cantidad de dinero es una barbaridad. ¿A que se dedica esa señora para poder pagarte esa burrada? – pregunta atónita.

-          No se lo he preguntado pero me ha dicho que es tremendamente conocida y que tiene un montón de eventos – respondo pensativa. Aunque yo no la conozco de nada.

-          ¿Tremendamente conocida? ¿Se dedica a la política o algo así? – pregunta divertida.

-          No lo sé pero en cuanto llegue a casa lo descubriremos – le digo para tranquilizarla.

-          Vale Alex, ten cuidado y ya sabes, si ves algo que no te gusta lárgate y no mires hacia atrás, ¿me has entendido? – me dice con los ojos como platos.

-          Si Dani, entendido.

Y, girando sobre sus talones, da la media vuelta me guiña un ojo y sale por la puerta. Al volverme veo a la recepcionista mirándome alarmada, como si no se creyera que he aceptado el empleo. A la mente me llegan oscuros pensamientos que se disipan al oír mi nombre desde el despacho del fondo.

-          ¡Alex! – grita Rosa. Necesito que me hagas un favor.

-          ¿Qué quiere señora Rico?

-          Alex llámame Rosa, no quiero que me hagas mas mayor de lo que soy – dice guiñándome un ojo. Quiero que lleves este paquete a correos, que lo envíen a la dirección señalada en el papel de fuera.

-          Muy bien Rosa.

Al salir por la puerta me sobresalto al volver a escuchar la voz de Rosa.

-          ¡Alex! No quiero que mires lo que hay dentro del paquete. Es algo confidencial. Me enterare si lo ha mirado y eso me enfadaría mucho – me dice en tono amenazante.

Salgo disparada de su despacho con el paquete entre mis brazos, algo asustada. ¿Qué podrá contener? ¿Y si llevo algo peligroso entre mis manos? La curiosidad entra en mi cuerpo y se apodera de mí. Estoy tentada a abrirlo pero decido, por mi bien, no hacerlo. Al llegar a correos veo que la cola llega hasta la puerta. ¡Vaya! ¿Y ahora qué hago? Tengo que mandar este paquete así no me queda otro remedio que quedarme.

Después de dos horas de larga espera salgo y me dirijo a la oficina o lo que Dios quiera que sea eso donde trabajo. De camino pienso en lo extraño que es todo. A mí me tendría que dar igual pero en el fondo no tengo esa sensación. Miles de pensamientos vagan en mi cabeza sin llegar a ninguna conclusión. Al llegar el guarda ya no está. Entro y saludo a la recepcionista que, al verme, se queda extasiada. ¿Qué demonios le pasa cuando me ve? ¿Querrá decirme algo? Su perturbadora mirada me abruma pero sigo mi camino. Llamo a la puerta y Rosa me manda pasar. La mañana transcurre haciéndole recados a la jefa. ¡La cantidad de paquetes que puede llegar a mandar! ¿A que se dedicara? ¿Seguro que lo quiero saber? Aunque se lo preguntara dudo que me lo dijese así que tendré que quedarme con la duda. Al fin llega la hora de poder irme para casa.

-          Has hecho un trabajo estupendo, Alex. Estoy encantada y me guiña un ojo. Mañana nos vemos a la misma hora.  Escríbeme tu número de móvil para poder localizarte.

Hago lo que me pide y me despido con la mano. Al salir del portal respiro el fresco aire de la tarde que llega hasta mis pulmones. Son las cinco menos cuarto. Me paro en seco y observo a mí alrededor. ¿Qué clase de lugar es este? Si es tremendamente conocida por lo menos podría tener su despacho en un lugar mejor…  Pienso en la gran cantidad de dinero que voy a empezar a ganar y mis piernas empiezan a dar saltitos como una niña pequeña. Estoy loca de felicidad. Tendré que llamar a Fran y mis padres para cancelar el viaje a Valencia. Si tengo que estar pendiente de esta mujer me va a ser imposible ir a muchos sitios. ¿Y mis amigos? La idea me deprime y dejo de pensar en ello. Seguro que encuentro un hueco para la gente que tanto quiero. De repente mi teléfono suena.

-          ¡Hola Alex!

-          ¡Lucas! – grito de alegría. Ahora mismo estaba pensando en ti, en vosotros.

-          ¿Te apetece quedar para tomar unas cañas? – pregunta sabiendo ya mi respuesta.

-          ¡Dalo por hecho! Cojo el metro y enseguida estoy contigo – le digo presa de la alegría.

-          Te espero donde Alfredo – dice y cuelga.

Al llegar, el bar está repleto de gente. Alfonso hace uno de sus cocteles a un grupo de chavalas que nunca habían estado allí antes. ¡Querrá fascinarlas! Me rio para mis adentros.  En la mesa de siempre me espera Lucas leyendo una revista. Voy sigilosa vigilándole para que no se dé cuenta de mis intenciones. Me acerco poco a poco. Giro a la derecha para que no pueda verme y de repente…

-          ¡Uh! – le doy el susto de su vida.

Lucas salta de su asiento con cara de pánico. En cuanto se da cuenta de que todo el bar le observa se tapa la cara con la revista mirándome de arriba abajo con mala cara.

-          ¿Estás loca Alex? – me grita. ¡Me has dado un susto de muerte! Yo no puedo dejar de reírme. Su expresión me hace troncharme de risa y las lágrimas empiezan a brotar por mi mejilla.

-          Muy graciosa. La broma ya ha terminado – dice irónico poniendo los ojos en blanco.

-          No lo creo, la gente está esperando que les hagas una reverencia o algo – digo sin poder parar de reírme.

Lucas se levanta de su asiento y saluda indiferente hacia la gente que le observa divertida. En un abrir y cerrar de ojos todo toma su rumbo y el susto pasa a un segundo plano.

-          ¿Qué tal la entrevista? – me pregunta con curiosidad.

-          ¡Dirás el trabajo amigo, porque me han cogido! – le miro guiñándole un ojo con la alegría reflejada en mi cara.

-          ¡Enhorabuena Alex! – exclama con entusiasmo. ¿A qué te dedicas exactamente?

-          Soy la ayudante de una mujer importante. Todavía no sé muy bien a que se dedica. Solo sé que tiene muchos eventos y que es mejor que no diga su nombre por el tema de la popularidad – digo extrañada pero segura de mi misma. Lo único que sé es que envía muchos paquete al día – digo irónica.

-          ¿Una mujer importante? – pregunta extrañado Lucas.

-          Debe de serlo porque me paga 3000 euros al mes por ayudarla, eso sí, a cualquier hora del día.

-          ¿3000 euros? – se sobresalta Lucas. Eso es mucho dinero, Alex. Si que debe de ser importante, si. Esa cantidad es muy elevada, ¿de dónde coño saca la pasta? – no sale de su asombro.

-          No tengo ni idea pero no voy a tardar mucho en descubrirlo. Cuando llegue a casa voy a mirar en Internet haber si descubro algo – le digo sin dudarlo.

-          ¿Y si subimos ahora? – pregunta Lucas. Esta intriga me está matando. ¿No te pasa lo mismo?

Le miro extrañada ante su reacción inesperada. Cuando Lucas se interesa por algo es porque detrás de ello hay algo que merece la pena. Pagamos la ronda y salimos a la calle. A punto de entrar al portal Dani nos sobresalta.

-          ¡Hola chicos! ¿Qué hacéis? – pregunta alocadamente.

-          Vamos a subir a casa a realizar una investigación – susurra intrigante Lucas. La cara de Dani es un poema y pone los ojos en blanco.

-          ¿Y que estáis investigando si puede saberse? – pregunta burlona.

-          Queremos saber a qué se dedica la jefa de Alex – responde Lucas lo mas persuasivo posible.

-          ¡Eso también lo quiero saber yo, asique me uno a vosotros! – grita excitada. Algo que se salga de la monotonía siempre es bueno.

Dani esta más entregada que nunca. Esto parece una aventura. Mientras subimos en el ascensor en silencio los pensamientos me invaden el cerebro. ¿Realmente quiero saber a qué se dedica? No puedo quedarme tranquila, no. Siempre tengo que llegar al fondo de las cosas. Rosa no parece una mala mujer y no sé por qué me estoy comportando así. De todas maneras, la curiosidad también invade mi cuerpo y siento unas ganas irrefrenables de saber algo más de la vida de esa mujer misteriosa. No creo que este bien pero tampoco perdemos nada por ello. Y nadie se va a enterar. Al llegar al piso, encontramos algo raro en el. La casa no está como la hemos dejado. El primero en entrar es Lucas. Dani y yo le seguimos unos pasos por detrás. Pasamos el largo pasillo mirando a nuestro alrededor. No encontramos ninguna pista pero sabemos que alguien ha estado aquí. Por el cuerpo me recorre un escalofrío. ¿Quién ha podido entrar en nuestra casa? ¿Por qué? ¿Cómo? Rosa es la primera persona que se me pasa por la cabeza. ¿Habrá sido ella la intrusa que se ha colado en nuestro piso? ¿Cómo se ha enterado de dónde vivo? Centrada en mis pensamientos sigo adelante detrás de mis amigos. Al pasar por mi habitación veo estupefacta que esta toda revuelta. ¡El pánico es insoportable! ¿Quién ha estado rebuscando en mis cosas? ¿Quién ha osado meterse en un lugar tan íntimo? No me lo puedo creer. Mis amigos me miran impasibles, sin saber que decir. El miedo se palpa en el ambiente. Agarro fuertemente la mano de mi mejor amiga y las lágrimas empiezan a caer por mi rostro. Nuestro miedo se ve interrumpido cuando oímos el ruido de un planto estamparse contra el suelo. El ruido procede de la cocina.

-          Alguien está en nuestra casa – susurra Dani envuelta en un terror extremo.

-          ¿Por qué no llamamos a la policía? – imploro desconsolada.

-          Es demasiado arriesgado – nos interrumpe Lucas. Debemos estar en silencio para que no nos oiga. Esconderos en la habitación. Iré a mirar yo.

-          No te vamos a dejar solo en esto, Lucas – digo segura de mi misma. En estos momentos tenemos que estar todos juntos. Es cierto que no debemos hacer el menor ruido. No sabemos a lo que nos enfrentamos.

-          Iremos a averiguar quién es la persona que está en nuestra cocina. No se oyen voces ni nada, creo que se trata solamente de una persona -  dice Dani despacio y muy bajito. Mejor ir los tres para poder defendernos los unos a los otros.

-          En cuanto veáis el menor signo de peligro corred e ir a pedir auxilio – implora Lucas. Iremos sigilosos para que no se dé cuenta de nuestra presencia. Cuando lleguemos me asomare y veré que es lo que ocurre. Si mi mano se mueve agitadamente corred a llamar a la policía. ¿Entendido?

-          Si – decimos al unísono Dani y yo.

Los tres estamos aterrados pero, a la vez, con fuerza para seguir adelante. Paso a paso avanzamos hacia nuestro destino, aun incognito. Vamos uno detrás de otro, yo, en última posición, dispuesta a salir corriendo y pedir auxilio si la situación así lo exigiera. Damos pequeñas zancadas y, por fin, llegamos a la pared más próxima a la cocina. Detrás de nosotros esta la persona que ha osado entrometerse en nuestro hogar. El pánico se hace insoportable por momentos. En estos momentos nada me consuela. Me vienen a la mente recuerdos pasados de mi infancia en el pueblo con mis padres. ¡Como me gustaría que estuvieran aquí protegiéndome! ¿Volveré a verles? Solo puedo pensar en ellos y en mi hermana. ¡Ahora más que nunca sé cuanto les quiero y cuanto les echo de menos! Si salgo de esta le pediré a Rosa unos días para ir a verles… ¡Rosa! ¿Y si es ella la que está detrás de esa pared? No quiero ni pensarlo… Por fin, veo a Lucas asomándose por la puerta entreabierta. Echa un vistazo rápido y gira la cara para mirarnos. El asombro corre por sus venas. Sin poder soportarlo más me armo de valor y le pregunto al borde del desmayo…

-          ¿Quién coño esta en nuestra cocina, Lucas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario