CAPITULO III
No dice nada y me indica que lo
compruebe yo misma. Se aparta de su posición dejándome su espacio para que
observe. Cuando me asomo veo a Fran recogiendo el último trozo de plato. ¡No me
lo puedo creer! La tensión sale de mi cuerpo en forma de carcajada. Dani me
mira impasible como si no entendiera. Me aparta a un lado intrigada y su cara
de miedo pasa rápidamente a la de enfado.
-
¡Francisco Alcántara! ¿Qué coño crees que haces?
– dice furiosa. Fran se vuelve sobre sus talones, sobresaltado y con cara de
tonto.
-
Estaba intentando preparar algo para cenar… -
balbucea. ¡Quería daros una sorpresa!
-
¿Y cómo cojones has entrado? ¡Nos has dado un
susto de muerte imbécil! – su enfado aumenta por minutos.
-
La última vez que estuve aquí Alex me dio un
juego de llaves. Pensé que sería buena idea venir sin avisaros para
sorprenderos. No quería asustaros. Mis intenciones han sido las mejores –
consigue decir.
Dani se da la vuelta y entra en
su habitación dando un portazo. Mientras, Lucas y yo nos miramos y
sonreímos atónitos. Saluda a Fran
risueño y me indica con la cabeza que va al salón para dejarnos intimidad.
Todavía sin creerlo me abalanzo sobre mi recién llegado novio para darle la
bienvenida.
-
¡Creíamos que alguien había entrado a robarnos!
– le digo para que entienda la reacción de Dani. O mucho peor, ¡para
vigilarnos!- pienso para mis adentros aterrada.
-
Ya os he dicho que solo quería daros una sorpresa,
siento si os he asustado – tartamudea sin saber muy bien qué decir.
-
Me alegro un montón de que estés aquí, de
verdad, pero otra vez llama antes de venir, por favor – imploro. Estaría bien que fueras donde Dani y Lucas a
pedirles disculpas por este malentendido.
-
Me siento muy mal, no quería en ningún momento
que esto sucediera – dice con tristeza en la cara.
-
Ya lo sé cariño, pero pensábamos que alguien
podría haber venido a hacernos daño – se lo digo de tal manera para que
entienda nuestro punto de vista.
-
¿Por qué os van a querer hacer daño mi amor? –
pregunta alarmado.
-
Hoy he empezado a trabajar para una señora de lo
más extraño – susurro. Dice ser muy conocida pero yo no la he visto en mi vida.
Desprende misterio y ha sido la primera persona que se me ha pasado por la
cabeza cuando hemos descubierto que alguien había entrado. Me siento fatal por
haber pensado eso de ella – digo arrepentida.
-
¿Qué has empezado a trabajar? ¿Cómo no me lo
habías dicho antes? – alza la voz al decirlo.
-
Pensaba decírtelo pero me ha llamado Lucas y se
me ha ido el santo al cielo – intento disculparme y a la vez me pongo roja como
un tomate.
-
¿Y a que te dedicas? ¿Lo saben ya tus padres? –
intenta hacerme sentir culpable. Miro hacia abajo desolada al pensar como se lo
van a tomar mis padres.
-
Todavía no se lo he comunicado. Luego les
llamare para contarles todo – digo intentando ponerle fin al tema. Trabajo para
una mujer, soy su ayudante personal. Debe de ser empresaria o algo parecido
porque me paga al mes 3000€.
Noto como a Fran le va cambiando
el rostro poco a poco. Ha pasado de estar enfadado a sentirse orgulloso. Y yo
se que se debe a la cantidad de dinero que le he mencionado. El dinero no da la felicidad pero ayuda a
conseguirla y él lo sabe.
-
Eso es mucho dinero, Alex. ¿Qué clase de empresa
posee para poder pagarte esa cantidad al mes? – pregunta curioso. ¿Y que va a
pasar con la universidad?
-
¡No pienso dejar mis estudios! – grito
indignada. Parece como si no me conociera. Cuando retome los estudios intentare
compaginarlo, no creo que sea tan difícil. No seré la primera persona que
trabaja y estudia a la vez. Y, respecto a su trabajo, no me lo ha dicho, solo sé
que es muy famosa, nada mas – sentencio. A eso veníamos a casa Lucas, Dani y
yo. Queríamos buscar información en internet para salir de dudas – le informo.
-
Antes de hacerlo podríais degustar lo que os
tengo preparado. Al fin y al cabo, no estoy aquí todos los días – me suplica. Luego lo miraremos.
-
Me parece estupendo – digo entusiasmada y salgo
corriendo en busca de mis amigos. Ahora vengo a ayudarte.
Al llegar a la sala Lucas está
viendo la televisión. Me siento junto a él en silencio. Está ensimismado en uno
de esos programas de economía que tanto me aburren a mí. A él se nota que le
apasiona. Cuando termine la carrera sueña con ser un gran economista que cotice
en bolsa. Como no quiero molestarle me levanto y arranco un papel de la libreta
de notas. Escribo que cuando le apetezca estaremos en la cocina comiendo lo que
ha preparado Fran. Lo dejo encima de la mesita más próxima a él y salgo de la
sala sonriendo. Me dirijo a la habitación de Dani. Al ir a tocar la puerta oigo
gritos que salen de su habitación. Está hablando por teléfono. Seguro que con
alguno de sus ligues. ¡Creo que puedo interferir! Toco la puerta y entro sin
preguntar. La veo delante de mí. Mi gran amiga. Mi buena hermana. Alguien
incondicional en quien confío plenamente. Nunca me defraudaría. Al pensarlo sonrío.
-
¿Qué quieres Alex? – pregunta con el teléfono
apoyado en la oreja.
-
Fran ha preparado algo para nosotros y quiere
que lo probemos – respondo.
-
Termino de hablar y voy – dice rotunda.
Salgo de su habitación asombrada.
No puede ser alguno de sus ligues. De serlo hubiera colgado nada mas verme.
Debe de ser algo más serio. Luego le preguntare. Puede que le pase algo. Llego
a la cocina y Fran sigue ahí. Ha colocado la mesa meticulosamente, todo al
detalle. Espera impaciente nuestra llegada. Veo una fuente sobre la encimera,
la cual desprende un olor impecable. En ese mismo momento me doy cuenta de que
me muero de hambre. Miro el reloj que cuelga de la pared. Las nueve menos
cuarto. Si que se pasa rápido el tiempo.
-
¡Hora de cenar! – grita Fran.
Al minuto aparece Lucas en el
umbral de la puerta.
-
¡Huele de maravilla! – dice sonriente. ¿Qué es?
-
Ahora lo comprobaras. Es una especialidad mía –
responde orgulloso.
-
¡Todo estaba buenísimo, Fran! – exclama Lucas
agradecido. En el fondo se que él se está dando cuenta de todo pero opta por no
decir nada respecto a ello.
Se le ve orgulloso. Como si hubiera pintado una obra de arte
y hubiesen pagado por ella una millonada. Dani no dice nada. Sigue igual de
callada. Tengo que inventarme algo para poderme quedar con ella a solas. Lucas
se da cuenta de la situación y en el mismo momento se levanta y se despide.
-
Es tarde ya. Tengo que irme. Muchas gracias por
todo chicos, ha sido una velada fantástica. Lástima que Lucia no esté aquí.
-
Buenas noches y gracias por tu compañía –
respondemos Fran y yo.
Le acompañamos a la puerta de entrada y nos volvemos a
despedir. Esta vez con dos besos. Cuando vuelvo a la cocina Dani no se ha
movido ni un centímetro. Su mirada es vacía y está llena de rabia. Compruebo
que Fran se encuentra lo suficientemente lejos para preguntarle.
-
¿Qué ocurre Dani? No has abierto la boca en toda
la cena y eso no es muy propio de ti – le digo intrigada y, a la vez
preocupada.
-
Alex… - empieza a llorar. La alarma me recorre
el cuerpo de arriba abajo. Estaba en lo cierto. Le pasa algo y no es una
tontería. Ella nunca llora delante de mí.
-
¡Por dios Dani! ¿Qué ocurre? – mi ansia se
dispara.
-
Es… mi… hermano… - balbucea, casi no le oigo.
-
¿Qué le pasa a tu hermano? – ya no puedo con la
presión.
-
Ha vuelto a recaer. Estaba tan bien… - rompe a llorar
sin consuelo. Le han vuelto a ingresar en el centro de rehabilitación.
-
Dani … - le abrazo fuerte. No sé qué decirle.
¿Qué demonios se dice en estos casos? No puedo decirle lo que ella quiere oír
porque no sé si es lo que va a suceder.
¿Quieres que vayamos a verle mañana?
-
No sé si voy a tener fuerzas. ¡No me imaginaba
que pudiera volver a probar esa mierda! – grita desconsolada. Nos dijeron que
estaba rehabilitado y perfecto para empezar una nueva vida. ¿Qué ha ocurrido?
¿Qué hemos hecho mal? No me lo explico… - veo que no existe consuelo para ella.
-
Las cosas cambian. A veces estamos arriba y a
veces abajo. No es culpa de nadie. Lo único que tenemos que pensar es en darle
toda nuestra ayuda para que se recupere. No te martirices y ni se te ocurra pensar
que es culpa tuya. Las cosas pasan por algo. No hay que pensar en el problema porque no se arreglara. Hay que actuar
ante el problema Dani y aquí estoy yo para ayudarte en todo lo que haga falta –
le intento tranquilizar. El brillo de sus ojos verdes me desgarran las entrañas
pero tengo que ser fuerte por ella.
-
Gracias Alex. Sabía que podía confiar en ti. Me
siento mucho mejor – dice más calmada.
-
Vamos a la cama. Mañana veras las cosas de otro
modo – le digo y le acompaño a su habitación. Le ayudo a meterse en la cama, le
arropo y le doy un beso de buenas noches. Ella me sonríe ya mucho más tranquila
– Me quedare aquí hasta que te duermas.
-
¡No se qué haría sin ti hermanita! – exclama
agradecida y así, cierra los ojos sumiéndose en un sueño profundo.
-
Buenas noches – le susurro en el oído. Le beso
la frente y salgo de su habitación.
Fran está jugando con la Wii
cuando aparezco en el salón. Me siento a su lado y le observo con dulzura. ¡Hasta
jugando a un juego esta sexy! El tiene todo lo que siempre soñé, es la chispa
de mi piel, no me hace falta nada más. ¡Soy tan afortunada! Mientras lo pienso sonrío
como una boba. De repente me doy cuenta de que me está mirando de la misma
manera. Han pasado tres años desde que le conocí pero nada ha cambiado entre
los dos. Seguimos siendo dos enamorados que ni la distancia puede separar. Deja
el mando sobre la mesa acerca suavemente sus labios hacia los míos. Me besa
como si no hubiera un mañana y yo le respondo del mismo modo. ¡Qué ganas tenia
de estar así con él! Se aparta y me mira fijamente a los ojos. Me coge la mano
y la acaricia con anhelo. Al fin y al cabo no es algo que pueda hacer todos los
días…
-
Tengo algo que decirte – dice nervioso. No
quiero que digas nada hasta que termine. Es algo que he meditado mucho y al fin
me he decidido a dar el paso y comunicártelo. Me quedo pasmada. ¿No me dirá lo
que pienso no? Decido esperar a que me sorprenda. Estoy ansiosa – Estos días en
Valencia estuve pensando mucho en nosotros. Pienso en todos los kilómetros que
nos separan y la agonía me puede. No puedo estar más tiempo alejado de ti, no
lo soporto. No sé si a ti te pasara lo mismo pero necesito estar contigo todos
los días. La vida pasa y nosotros con ella. El tiempo es lo más valioso que
tenemos y no quiero derrocharlo sin estar contigo. Te amo, Alex. Te quiero como
nunca he querido y te necesito. Por todo eso he pensado en venirme a vivir a
Madrid. El otro día estuve hablando con mi jefe y tiene obras por aquí cerca.
No habría ningún problema en trasladarme aquí. No puedo estar más tiempo
separado de ti. ¿Qué te parece?
Me quedo
muerta. No me esperaba algo así. Mis pensamientos iban por otro sendero. Mi
cara palidece por momentos. ¿Qué le digo? ¿Qué quiero decirle realmente? ¿El y
yo viviendo juntos? En Valencia cada uno vivía en su casa y era diferente. Sé
que la convivencia es dura y no quiero que estropee lo nuestro pero la
distancia es más dura aun… Me siento entre la espada y la pared… Y pensar que
el trabajo era lo más importante para el… Me acaba de demostrar que por mi sería
capaz de todo. Estaría dispuesto a mudarse aquí, ya lo ha hablado con su jefe…
Es toda una sorpresa. Mi corazón late cada vez más deprisa y me cuesta
respirar. Me toca a mí decidir algo y, por primera vez en mi vida, no sé qué decir…
La garganta se me hace un nudo imposible de ingerir. El está quieto, mirándome
fijamente con los ojos vidriosos por la expectación. Espera una respuesta, aquí
y ahora. Me armo de valor y le sujeto la mano con fuerza.
-
¿Es verdad todo lo que has dicho? – ¡Idiota, idiota,
idiota! ¡Cómo no va a ser verdad! ¿Te está abriendo su corazón y tu le
respondes así? La voz de mi conciencia siempre fustigándome… El me mira sin comprender y vuelvo a
intentarlo - Quiero decir, no me malinterpretes… yo también te quiero muchísimo
y sé que eres el amor de mi vida pero, ¿estás seguro de lo que dices? La
convivencia no es fácil y tendremos que lidiar con muchos problemas. ¿Estarías
dispuesto a ello?
-
¡Por ti sería capaz de morir y resucitar solo
por verte una vez más! Eres el regalo que siempre espere… lo eres todo, Alex,
eres mi destino… – me dice de corazón. Me derrito al escuchar esas palabras
saliendo de sus carnosos labios. Le beso fervientemente dejándole clara mi
decisión.
-
Tendremos que ir a La Puebla a por tus cosas –
al decir esas palabras me viene a la mente Rosa. Tendré que comunicárselo y
pedirle que me deje unos días libres. No sé cómo se lo tomará… Así de paso veré
a mis padres y mi hermana. ¡Qué ilusión!
La vida es una noria. Si me
llegan a decir esto antes no me lo hubiera creído. Encuentro trabajo y mi novio
se viene a vivir conmigo. ¡Todo en un solo día! Lo bueno de todo esto es que
podre ver a mi familia y amigos. Estoy radiante de felicidad. Voy a ir a La Puebla…
a mi hogar… La Puebla de Farmals, que
así es su nombre completo pertenece a
la comarca de la Huerta Norte y no tendrá muchos más de 7000 habitantes. Esta a
13km de Valencia capital. Tiene un
encanto natural y algo de lo que Madrid
carece, de playa. ¡Como echo de menos todo! La última vez que estuve fue en
marzo, en las fallas. Recuerdo la amarga despedida y en ese mismo momento
decido poner la mente en blanco para no pensar. Las lágrimas caen por mi cara,
ya es demasiado tarde.
-
Claro, eso te iba a decir, necesito tu ayuda
para cargar con todo – me asegura.
-
Hay un problema… tendría que decírselo a Rosa –
digo disgustada ante una negativa por parte de ella. Mañana cuando vaya a
trabajar le pediré unos días para poderte acompañar.
-
Estate tranquila, iremos cuando puedas. Jaime me
ha dado tiempo para poder hacer la mudanza – me informa. Solo me dijo que le
llamara en cuanto estuviera instalado en Madrid para poder empezar.
Fran tiene mucha suerte. No
cualquier jefe te brinda unos días para hacer tus cosas y, mucho menos, la
oportunidad de trasladarte a otra ciudad a tu antojo. Me cae bien Jaime. Le conocí
hace una par de años en La Puebla, antes de venirme a Madrid. Tiene una vida de
lo más peculiar pero en el fondo es buena persona. Su mujer le puso los cuernos
con su mejor amigo y desde entonces vive la vida al límite. Estuvo a punto de
entrar en la cárcel porque, tras enterarse, le falto tiempo para ir tras él y
meterle una paliza hasta el punto de dejarle malherido; un par de costillas
fracturadas y un fuerte golpe en la cabeza aparte de todo el cuerpo magullado.
El juez dictamino la entrada en prisión pero, al carecer de antecedentes salió
en libertad con cargos tras pagar una fianza y una orden de alejamiento. Todo
el pueblo se entero de lo ocurrido y estuvo de boca en boca mucho tiempo. Hoy
por hoy ya es un hombre recuperado al que le encanta conocer mujeres por el chat. Es apuesto
y musculoso, rubio de naturaleza y con grandes ojos azules que conquistaría a
cualquier mujer si así se lo propusiera. Si no fuera por su acento, al
conocerle, hubiese asegurado que era noruego o de alguno de esos países bálticos.
El roce de su boca contra mis dedos me traslada otra vez a mi apartamento. Fran
me mira con sus seductores ojos color añil. Lleva el pelo alborotado y más
largo de lo normal. No me había fijado lo bien que le queda. Siempre se aplica
gomina para fijarlo bien asique verle así es todo un acontecimiento. Tiene un
color de piel envidiable gracias a su trabajo. Pasa las ocho horas del día
comprobando obras bajo el sol de Valencia. Sigue mirándome fijamente con aire
divertido. Se lo que está buscando. Sin darme cuenta me coge rápidamente y me
monta sobre sus hombros esculturalmente trabajados en el gimnasio. Corre hacia
mi habitación todavía revuelta. Me tumba sobre la cama y empieza a desabrocharse
la camisa de cuadros, botón tras botón. La tira al suelo sin dejar de
observarme. Continua quitándose la ropa hasta quedarse completamente desnudo
frente a mí. Le contemplo abstraída y ansiosa de que comience a acariciarme. Se
acerca furtivamente con el deseo patente en sus azucarados ojos. Me coge el pie
y comienza a besarlo dulcemente. Sube por mi pierna dándome pequeños besos
hasta llegar a mi boca. Acerca sus carnosos labios a los míos y nuestras
lenguas se encuentran afanosas mientras me desnuda. Se acomoda sobre mí y
empieza a jugar con mis pezones extremadamente duros. Me derrito bajo el y
compruebo lo húmeda que estoy. Su mano baja por mi vientre hasta mi sexo e
introduce dos de sus largos dedos dentro de mí. Gimo de placer. La sensación es
exquisita. Me siento viva. Lleva un ritmo acompasado que me hace disfrutar al
máximo. Me incorporo y me pongo a
horcajadas sobre él. Cojo su desmesurado miembro completamente erguido y me lo
introduzco en la boca. Me tapo los dientes para no hacerle daño y comienzo a
chupar ardientemente. El comienza a jadear estrepitosamente. Mi ritmo se acelera, arriba y abajo. Le cuesta respirar. Sin darme cuenta me coge
de la cintura y me pone a cuatro patas sobre la cama. Me abre las piernas y se
pone de rodillas junto a mí. Se acaricia el miembro y lo introduce con suavidad
dentro de mi cuerpo. Empieza a hacer círculos suavemente. Me apoyo sobre mis
codos para ponerme cómoda y gimo bajito. Me encanta el sexo con Fran. Nos
compenetramos perfectamente y sabemos lo que nos gusta el uno del otro. Comienza a moverse rápidamente dentro de mí al
tiempo que grito desesperada. El movimiento cada vez es mayor. Veo como la cama
choca contra la pared por la brusquedad con la que Fran empuja. Me aproximo al
climax. El sigue entrando y saliendo de mí. Gime y grita a la vez. La
excitación es enorme. A la vez que me penetra sus dedos índice y corazón estimulan
mi clítoris. Me retuerzo y grito alto al llegar al orgasmo. Las piernas me
tiemblan y caigo rendida sobre el colchón. Fran no tarda mucho más en correrse.
Al hacerlo noto en mi interior un calor sofocante. Sale de mí con delicadeza y se
rinde sobre la cama respirando entrecortadamente. Al cabo de un rato volvemos a
nuestro estado normal. Nos metemos en la cama y nos abrazamos. Le miro a los
ojos enamorada. ¡Cuánto le quiero! Me doy cuenta de que estoy tremendamente
enamorada de él. Y, así, mirándonos nos quedamos dormidos.
La luz del día entra por la
ventana. Ayer se me olvido bajar las persianas. ¿Qué hora es? Me incorporo y cojo el móvil
para comprobar la hora. Las ocho menos cuarto. Es pronto aun. Todavía puedo
quedarme un cuarto de hora más en la cama. Dejo el móvil en su sitio y me
vuelvo para contemplar a Fran. Duerme profundamente. Parece un niño bueno. Me
lo comería a besos pero me contengo
porque no quisiera despertarle. Me acurruco a su lado. Podría estar así horas,
días,… incluso años. En ningún sitio soy más feliz que en los brazos de Fran.
Estoy mirándole embelesada cuando de repente abre un ojo. Centra su mirada en mí
y sonríe. Me da un beso de buenos días y se acerca para abrazarme. Parece el
momento perfecto para preguntarle lo que, desde ayer, no puedo quitarme de la
cabeza.
-
¿Por qué mi habitación esta toda desordenada?
Ayer, al verla así, pensé que alguien estaría buscando algo pero al encontrarte
a ti no supe que pensar. No tuve ocasión de preguntártelo pero me pica la
curiosidad.
La pregunta le ha pillado
desprevenido. Se lo noto. No sabe que contestar. Comienza a ponerse rojo por la
vergüenza y se queda callado pensando en lo que poder decir. En ese mismo
momento suena el teléfono. Lo cojo rápidamente
y contesto.
-
¿Si, dígame?
-
Alex necesito que vengas cuanto antes. Esta
noche tengo una gala benéfica y tú vendrás conmigo. Necesitamos algo para la
ocasión. Iremos de compras -. Rosalinda está de buen humor.
-
Muy bien, me preparo y voy. Hasta ahora. Chao.
Me ha pillado de sorpresa. Ya me
avisó de que tenía muchos eventos pero no me apetece nada ir. La gente que va a
ese tipo de sitios es adinerada y con un nivel de vida que yo jamás conoceré.
Ese pensamiento no es algo que quiera que me lo restrieguen por la cara, por
eso no me agrada la idea de asistir pero
el rostro me cambia de inmediato al pensar que voy a ir de compras. Soy una
compradora compulsiva y la ropa es mi vida. Antes de salir corriendo de alegría
de la habitación le doy un beso a Fran y le comunico mis planes nocturnos. Su
cara es un poema pero no me dice nada. Decido dejar la conversación pendiente
para otro momento. Salgo dando saltos como una niña pequeña con un juguete
nuevo. Al pasar por la habitación de Dani recuerdo lo que hablamos ayer y me
entristezco. ¡Qué injusta es la vida! Me siento mal de inmediato. ¿Estará
despierta? Me gustaría saber qué tal se encuentra pero tampoco quiero resultar
una molestia asique sigo mi camino hasta el baño.
Me estoy preparando café cuando
Dani aparece en el umbral de la puerta de la cocina. Tiene mala cara y no está
preparada. Viste el pijama de corazones azules. Solo se lo pone cuando está
deprimida o triste por algo.
-
¿Qué tal has dormido? – pregunto preocupada.
-
¡No muy bien, no he parado de tener pesadillas!
-. Las ojeras en su rostro son evidentes. No ha debido de dormir en toda la
noche. Además la rojez de sus ojos se palpa a distancia ¡Pobre Dani!
-
Tengo que ir a trabajar pero en cuanto
vuelva tú y yo vamos a salir a tomar
unas cañas, ¿Entendido? Tengo que contarte algo. – Me mira intrigada y curiosa
y veo que su rostro cambia para bien.
-
¿No puedes decírmelo ahora? ¡Me muero de la
intriga, Alex!
-
Ahora tengo que irme. A la noche tengo que
acompañar a Rosa a un evento y vamos a ir de compras para la ocasión.
-
¿De compras? ¡Qué envidia! Yo quiero un trabajo
como el tuyo – ríe. Parece que su ánimo ha mejorado y me alegra saber que soy
yo la causante de ello.
Me bebo el café rápidamente ante
la atenta mirada de Dani. Me acerco a ella, le abrazo y le doy un beso en la
frente. Mi buena amiga Dani… Me rompe el corazón verle así y soy consciente de
que tengo que hacer algo para evadirla del problema. Me aseguro a mi misma
hacerlo en cuanto venga del trabajo. Me acerco a mi habitación, hecha un
autentico caos, y me acerco a Fran. Vuelve a dormir profundamente. Sin hacer
mucho ruido le doy un cálido beso y salgo de la habitación.
La mañana es fría. Respiro hondo
y empiezo a caminar. De camino al metro pienso en cómo voy a pedirle a Rosa
unos días. Me vendrá bien ir a Valencia. Tengo muchas ganas de ver a mi gente.
Entro en la estación repleta de gente. Todos tienen mala cara. Eso se debe a
que están en un sitio en el cual no quieren estar. Seguramente que si les viera
un fin de semana en alguna terraza no tendrían el mismo gesto. Me meto en el vagón
y me sitúo en una esquina, de pie ya que todos los asientos están ocupados. Odio
el metro. La mezcla de olores me pone mala. Por fin, llego a mi parada. Salgo y
subo las escaleras para escapar de ese zulo. Ya en la calle me encuentro mejor.
Miro a ambos lados y veo a Rosa.
-
¡Alex! Vamos, nos están esperando. Iremos a Gran
Vía.
Al cruzar la carretera un BMW
negro nos espera aparcado en doble fila. Nos metemos en la parte trasera y Rosa
saluda al chofer.
-
Este es el señor Garrido – señala Rosa. Esta es
mi ayudante, Alejandra Ramírez.
-
¡Buenos días señora Ramírez! Es un placer
conocerla.
-
¡Buenos días! – balbuceo todavía aturdida por la
bienvenida.
De camino al centro me armo de
valor y decido comentarle a Rosa lo de ir a Valencia unos días.
-
Quería pedirte un favor, Rosa.
-
Dime Alex, ya sabes que puedes pedirme lo que
sea.
-
Muy bien… El caso es que mi novio Fran se muda a
Madrid a vivir conmigo y necesito ayudarle con la mudanza. Debería acompañarle a Valencia a recoger sus
cosas y, para ello, necesitaría un par de días.
-
No sabía que tuvieras novio, Alex. – me pongo
tan roja que me avergüenzo. ¿Es algo que tendría que haberle dicho en la
entrevista? No me lo preguntó asique no es culpa mía.- Ya te dije ayer que
necesito una ayudante y eso constituye el tenerte para mí a cualquier hora del día
pero entiendo que tengas que ayudar a tu novio. No suelo conceder este tipo de
cosas pero me caes bien y no me gustaría perjudicarte. Esta semana solo tengo
este evento asique no veo ningún inconveniente en que te cojas los próximos
tres días siempre y cuando esta noche no me falles. Asistirá gente importante y
no quiero que salga mal. Me juego mucho dinero con esto.
-
No te fallare, Rosa.
-
Muy bien. Ahora tenemos que preparar muchas
cosas. Te pediría que te concentraras en el trabajo.
-
Sin problema. ¿Qué vas a comprar?
-
Vamos a comprar. Te recuerdo que vas a venir
conmigo asique tendrás que estar vestida para la ocasión tu también.
La mañana transcurre tranquila.
Pasamos por las mejores tiendas de Madrid, que yo ni conocía. Rosa ha optado
por un vestido cuello barco para ella en color beige, elegante y discreto. Parece que está hecho para ella. Tiene
un cuerpo que no cualquier mujer de su edad puede tener. Cuida su alimentación y
va al gimnasio y el resultado de tanta dedicación es espectacular. Para mí ha
elegido un vestido palabra de honor negro largo también. Al mirar el precio
casi me da un infarto. Nos dirigimos al mostrador y paga sin darle ninguna
importancia. Al salir de la tienda el señor Garrido se ocupa de nuestras bolsas.
Tras la ropa compramos joyas para cada una y entramos a un centro estético a
hacernos todo tipo de trabajos. Al terminar con todos los puntos del día me doy
cuenta de que ya es mediodía. ¡Qué rápido se me ha pasado el tiempo! La verdad
que me podría acostumbrar a esto. No está nada mal.
-
¿Te parece que vayamos a comer algo? Con tanta
compra estoy hambrienta – dice Rosa.
-
Me parece perfecto, yo también tengo hambre.
-
Muy bien. Conozco un restaurante que está aquí
al lado. Vamos.
El restaurante es familiar y, a
la vez, elegante. Un camarero alto y moreno
nos acomoda en una mesa al lado de un ventanal. Se le ve nervioso ante
la presencia de Rosa. Por su expresión no es la primera vez que ha estado aquí.
Saca un block de su delantal negro a juego con su traje.
-
¿Qué les puedo traer de beber?
-
¿Te gusta el vino tinto, Alex? ¿O te apetece
otra cosa?
-
El vino tinto es perfecto, Rosa.
-
Bien. Tráiganos un Sequé, por favor. – Nunca
antes había oído ese nombre. Debe de ser un buen vino. Le miro al camarero y sonrío
inquieta.
-
Buena elección, señora Rico.
La comida estaba deliciosa. De
primero hemos tomado una crema de marisco y de segundo una lubina al horno.
Rosa saca su tarjeta Visa Oro, efectúa el pago y salimos del restaurante. En la
calle nos espera el chofer. Me siento como Julia Roberts en Pretty Woman. La idea no me seduce
debido al papel que interpreta. ¡Yo no soy ninguna prostituta! Solo estoy
trabajando para ella.
Al llegar a casa no hay rastro ni
de Dani ni de Fran. La casa está recogida y mi habitación ya no parece un
estercolero. Dejo las bolsas encima de mi cama y saco el móvil dispuesta a
llamar a Dani para tomarnos esas cañas que le he prometido.
-
¿Dónde estás Dani? ¡Me gustaría tomarme unas
cañas contigo!
-
Estoy con Fran en el “Record”
tomando algo, estábamos esperando a que nos llamaras.
-
Voy ahora mismo.
Cuando llego al bar veo a mi
novio y mi mejor amiga riéndose a carcajadas. Me entra la risa tonta al ver la
escena. Me alegra ver a Dani riéndose. Se lo merece después de la maldita
noticia. Tienen los vasos medio vacios
asique decido pedir una ronda antes de llegar a ellos. Al verme ambos se
levantan y me abrazan. Fran me da un pequeño beso en los labios. Les cuento mi
gran día y no salen de su asombro.
-
Dani… Fran y yo queríamos comentarte algo – digo
por fin. Al fin y al cabo este encuentro siempre ha tenido una finalidad.
-
¡Fran se viene a vivir a Madrid! – me dice antes
de poder terminar la frase. – Me lo ha dicho el, por eso estamos aquí
celebrándolo. – Me quedo aturdida. Se supone que esa noticia se la tenía que
haber contado yo. No me gusta nada lo que ha hecho Fran pero decido no armar
ningún escándalo. Le miro con desdén y vuelvo con Dani. El no dice nada.
-
¿Qué te parece?
-
Me parece estupendo. Os merecéis estar juntos.
La distancia es muy complicada.
-
¿No te resultara incomodo estar con nosotros?
-
¿Cómo puedes pensar eso? ¡Estoy encantada de que
venga a vivir con nosotras!
-
Me voy a ir unos días a Valencia para ayudarle
con la mudanza.
-
¿Te ha dado los días Rosa? – pregunta Fran
incrédulo.
-
He estado hablando con ella esta mañana y no me
ha puesto ningún problema. Mañana podremos irnos.- En el rostro de Fran aparece
una enorme sonrisa.
Miro el reloj. ¡Mierda! Las nueve
menos diez. ¡Como se ha pasado el tiempo! El chofer de Rosa vendrá a recogerme
a las diez y todavía tengo que prepararme.
-
Tengo que irme. A las diez vienen a recogerme.
Tengo que ir a la gala benéfica. No os emborrachéis mucho.
-
¿Te espero despierto cariño?
-
No te preocupes, no sé a qué hora acabaré. Te
dejo unas cosas sobre la cama para que me hagas la maleta. A mí no me da
tiempo.
-
Muy bien cariño. Hasta mañana.
Me levanto y me despido de ellos.
Subo corriendo al apartamento y me meto en la ducha. Menos mal que he ido esta
mañana a la peluquería y estoy radiante. Solo tengo que vestirme. A las diez
menos cinco bajo al portal. El BMW ya esta esperándome. Entro en el asiento
trasero y saludo al señor Garrido y a Rosa. Esta espectacular. Me mira y me
guiña un ojo.
-
Puede llamarme Luis, señora Ramírez.
La gala se celebra en la casa de
un multimillonario, el señor Sánchez, a las afueras de Madrid. Cuando bajo del
coche me quedo deslumbrada. La casa es enorme y a lo lejos se ven unas luces
procedentes del jardín. Nos dirigimos hasta allí. Al llegar, un grupo de
personas se acerca hasta nosotras y nos saludan atentamente. Rosa hace las
presentaciones. La gente asquerosamente rica puede llegar a ser muy simpática. Estamos
en una especie de recinto medio cerrado. Es enorme. Al fondo de la estancia
puedo observar un escenario con unos músicos tocando de fondo. En el centro hay
muchas mesas redondas exquisitamente adornadas. La gente se va acomodando y
Rosa me guía a la nuestra. Al sentarme, compruebo, que escrito a mano sobre un
papel rosa palo esta mi nombre. La velada marcha fantásticamente bien. La comida
esta deliciosa, toda ella hecha al detalle. Los camareros nos apartan los
platos ya vacios y nos sirven los cocteles. Mientras Rosa charla con su
compañero de al lado cojo mi bolso disimuladamente para observar qué hora es en
el móvil. Cuando lo enciendo veo diez llamadas perdidas; dos de Dani, tres de
Fran y cinco de mi madre. Compruebo la hora alarmada. Son las doce y media. No
es tarde asique empiezo a preocuparme. Que mi madre me llame no es significado
de algo bueno. Me empiezo a poner tensa y no paro de moverme en mi silla.
Necesito llamarla para salir de dudas. ¿Habrá pasado algo en el pueblo?
Interrumpo a Rosa, que sigue hablando con el señor de al lado, para poder
retirarme a hacer la llamada. Asiente con la cabeza y continúa enfrascada en su
conversación. Salgo del recinto corriendo por el nerviosismo. El móvil comienza
a vibrar y de él sale la canción Lloviendo
Estrellas de Cristian Castro. Esa melodía solo la tengo puesta para una persona…
Fran. Miro atentamente la llamada entrante y doy a la tecla verde para
contestar.
-
¿Qué coño pasa Fran? ¿Por qué tantas llamadas?
-
Alex… - tartamudea al otro lado del teléfono. No
sé como decírtelo …
-
¡Por Dios Fran! ¡Dímelo de una puñetera vez!
Los segundos se me hacen eternos
antes de que responda. Me explica lo ocurrido pacientemente. Noto que me escuecen
los ojos y que de ellos empiezan a brotar lagrimas que acaban sobre mi vestido.
Tiro el teléfono con rabia desplomándose en el césped. Estoy destrozada y me
derrumbo en el suelo impotente. ¡No me lo puedo creer!
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