lunes, 11 de febrero de 2013


CAPITULO III

No dice nada y me indica que lo compruebe yo misma. Se aparta de su posición dejándome su espacio para que observe. Cuando me asomo veo a Fran recogiendo el último trozo de plato. ¡No me lo puedo creer! La tensión sale de mi cuerpo en forma de carcajada. Dani me mira impasible como si no entendiera. Me aparta a un lado intrigada y su cara de miedo pasa rápidamente a la de enfado.

-          ¡Francisco Alcántara! ¿Qué coño crees que haces? – dice furiosa. Fran se vuelve sobre sus talones, sobresaltado y con cara de tonto.

-          Estaba intentando preparar algo para cenar… - balbucea. ¡Quería daros una sorpresa!

-          ¿Y cómo cojones has entrado? ¡Nos has dado un susto de muerte imbécil! – su enfado aumenta por minutos.

-          La última vez que estuve aquí Alex me dio un juego de llaves. Pensé que sería buena idea venir sin avisaros para sorprenderos. No quería asustaros. Mis intenciones han sido las mejores – consigue decir.

Dani se da la vuelta y entra en su habitación dando un portazo. Mientras, Lucas y yo nos miramos y sonreímos  atónitos. Saluda a Fran risueño y me indica con la cabeza que va al salón para dejarnos intimidad. Todavía sin creerlo me abalanzo sobre mi recién llegado novio para darle la bienvenida.

-          ¡Creíamos que alguien había entrado a robarnos! – le digo para que entienda la reacción de Dani. O mucho peor, ¡para vigilarnos!- pienso para mis adentros aterrada.

-          Ya os he dicho que solo quería daros una sorpresa, siento si os he asustado – tartamudea sin saber muy bien qué decir.

-          Me alegro un montón de que estés aquí, de verdad, pero otra vez llama antes de venir, por favor – imploro.  Estaría bien que fueras donde Dani y Lucas a pedirles disculpas por este malentendido.

-          Me siento muy mal, no quería en ningún momento que esto sucediera – dice con tristeza en la cara.

-          Ya lo sé cariño, pero pensábamos que alguien podría haber venido a hacernos daño – se lo digo de tal manera para que entienda nuestro punto de vista.

-          ¿Por qué os van a querer hacer daño mi amor? – pregunta alarmado.

-          Hoy he empezado a trabajar para una señora de lo más extraño – susurro. Dice ser muy conocida pero yo no la he visto en mi vida. Desprende misterio y ha sido la primera persona que se me ha pasado por la cabeza cuando hemos descubierto que alguien había entrado. Me siento fatal por haber pensado eso de ella – digo arrepentida.

-          ¿Qué has empezado a trabajar? ¿Cómo no me lo habías dicho antes? – alza la voz al decirlo.

-          Pensaba decírtelo pero me ha llamado Lucas y se me ha ido el santo al cielo – intento disculparme y a la vez me pongo roja como un tomate.

-          ¿Y a que te dedicas? ¿Lo saben ya tus padres? – intenta hacerme sentir culpable. Miro hacia abajo desolada al pensar como se lo van a tomar mis padres.

-          Todavía no se lo he comunicado. Luego les llamare para contarles todo – digo intentando ponerle fin al tema. Trabajo para una mujer, soy su ayudante personal. Debe de ser empresaria o algo parecido porque me paga al mes 3000€.

Noto como a Fran le va cambiando el rostro poco a poco. Ha pasado de estar enfadado a sentirse orgulloso. Y yo se que se debe a la cantidad de dinero que le he mencionado.  El dinero no da la felicidad pero ayuda a conseguirla y él lo sabe.

-          Eso es mucho dinero, Alex. ¿Qué clase de empresa posee para poder pagarte esa cantidad al mes? – pregunta curioso. ¿Y que va a pasar con la universidad?

-          ¡No pienso dejar mis estudios! – grito indignada. Parece como si no me conociera. Cuando retome los estudios intentare compaginarlo, no creo que sea tan difícil. No seré la primera persona que trabaja y estudia a la vez. Y, respecto a su trabajo, no me lo ha dicho, solo sé que es muy famosa, nada mas – sentencio. A eso veníamos a casa Lucas, Dani y yo. Queríamos buscar información en internet para salir de dudas – le informo.

-          Antes de hacerlo podríais degustar lo que os tengo preparado. Al fin y al cabo, no estoy aquí todos los días – me  suplica. Luego lo miraremos.

-          Me parece estupendo – digo entusiasmada y salgo corriendo en busca de mis amigos. Ahora vengo a ayudarte.

Al llegar a la sala Lucas está viendo la televisión. Me siento junto a él en silencio. Está ensimismado en uno de esos programas de economía que tanto me aburren a mí. A él se nota que le apasiona. Cuando termine la carrera sueña con ser un gran economista que cotice en bolsa. Como no quiero molestarle me levanto y arranco un papel de la libreta de notas. Escribo que cuando le apetezca estaremos en la cocina comiendo lo que ha preparado Fran. Lo dejo encima de la mesita más próxima a él y salgo de la sala sonriendo. Me dirijo a la habitación de Dani. Al ir a tocar la puerta oigo gritos que salen de su habitación. Está hablando por teléfono. Seguro que con alguno de sus ligues. ¡Creo que puedo interferir! Toco la puerta y entro sin preguntar. La veo delante de mí. Mi gran amiga. Mi buena hermana. Alguien incondicional en quien confío plenamente. Nunca me defraudaría. Al pensarlo sonrío.

-          ¿Qué quieres Alex? – pregunta con el teléfono apoyado en la oreja.

-          Fran ha preparado algo para nosotros y quiere que lo probemos – respondo.

-          Termino de hablar y voy – dice rotunda.

Salgo de su habitación asombrada. No puede ser alguno de sus ligues. De serlo hubiera colgado nada mas verme. Debe de ser algo más serio. Luego le preguntare. Puede que le pase algo. Llego a la cocina y Fran sigue ahí. Ha colocado la mesa meticulosamente, todo al detalle. Espera impaciente nuestra llegada. Veo una fuente sobre la encimera, la cual desprende un olor impecable. En ese mismo momento me doy cuenta de que me muero de hambre. Miro el reloj que cuelga de la pared. Las nueve menos cuarto. Si que se pasa rápido el tiempo.

-          ¡Hora de cenar! – grita Fran.

Al minuto aparece Lucas en el umbral de la puerta.

-          ¡Huele de maravilla! – dice sonriente. ¿Qué es?

-          Ahora lo comprobaras. Es una especialidad mía – responde orgulloso.

Nos sentamos a la mesa y esperamos a Dani, que continua hablando por teléfono. ¿Qué la ocurrirá? Empiezo a preocuparme. Nunca antes le había visto hablar tanto tiempo. Lo lógico es que grite un poco y cuelgue cansada. En la cocina conversamos alegremente sobre nuestras cosas para que la espera no se nos haga larga. Al cabo de un buen rato la desaparecida aparece por la puerta con cara de lastima. Algo la ocurre, lo sé. La conozco perfectamente. Decido dejar a un lado el tema y preguntarle después cuando estemos solas. Se sienta a mi lado y me agarra la mano con fuerza pero no me mira. La observo sin saber qué hacer. Le devuelvo el gesto y mantenemos nuestras manos entrelazadas. Definitivamente se que algo grave le ocurre. No es propio de Dani actuar así.

 

 

 

-          ¡Todo estaba buenísimo, Fran! – exclama Lucas agradecido. En el fondo se que él se está dando cuenta de todo pero opta por no decir nada respecto a ello.

Se le ve orgulloso. Como si hubiera pintado una obra de arte y hubiesen pagado por ella una millonada. Dani no dice nada. Sigue igual de callada. Tengo que inventarme algo para poderme quedar con ella a solas. Lucas se da cuenta de la situación y en el mismo momento se levanta y se despide.

-          Es tarde ya. Tengo que irme. Muchas gracias por todo chicos, ha sido una velada fantástica. Lástima que Lucia no esté aquí.

-          Buenas noches y gracias por tu compañía – respondemos Fran y yo.

Le acompañamos a la puerta de entrada y nos volvemos a despedir. Esta vez con dos besos. Cuando vuelvo a la cocina Dani no se ha movido ni un centímetro. Su mirada es vacía y está llena de rabia. Compruebo que Fran se encuentra lo suficientemente lejos para preguntarle.

-          ¿Qué ocurre Dani? No has abierto la boca en toda la cena y eso no es muy propio de ti – le digo intrigada y, a la vez preocupada.

-          Alex… - empieza a llorar. La alarma me recorre el cuerpo de arriba abajo. Estaba en lo cierto. Le pasa algo y no es una tontería. Ella nunca llora delante de mí.

-          ¡Por dios Dani! ¿Qué ocurre? – mi ansia se dispara.

-          Es… mi… hermano… - balbucea, casi no le oigo.

-          ¿Qué le pasa a tu hermano? – ya no puedo con la presión.

-          Ha vuelto a recaer. Estaba tan bien… - rompe a llorar sin consuelo. Le han vuelto a ingresar en el centro de rehabilitación.

-          Dani … - le abrazo fuerte. No sé qué decirle. ¿Qué demonios se dice en estos casos? No puedo decirle lo que ella quiere oír porque no sé si es lo que va a suceder.

¿Quieres que vayamos a verle mañana?

-          No sé si voy a tener fuerzas. ¡No me imaginaba que pudiera volver a probar esa mierda! – grita desconsolada. Nos dijeron que estaba rehabilitado y perfecto para empezar una nueva vida. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué hemos hecho mal? No me lo explico… - veo que no existe consuelo para ella.

-          Las cosas cambian. A veces estamos arriba y a veces abajo. No es culpa de nadie. Lo único que tenemos que pensar es en darle toda nuestra ayuda para que se recupere. No te martirices y ni se te ocurra pensar que es culpa tuya. Las cosas pasan por algo. No hay que pensar en el  problema porque no se arreglara. Hay que actuar ante el problema Dani y aquí estoy yo para ayudarte en todo lo que haga falta – le intento tranquilizar. El brillo de sus ojos verdes me desgarran las entrañas pero tengo que ser fuerte por ella.

-          Gracias Alex. Sabía que podía confiar en ti. Me siento mucho mejor – dice más calmada.

-          Vamos a la cama. Mañana veras las cosas de otro modo – le digo y le acompaño a su habitación. Le ayudo a meterse en la cama, le arropo y le doy un beso de buenas noches. Ella me sonríe ya mucho más tranquila – Me quedare aquí hasta que te duermas.

-          ¡No se qué haría sin ti hermanita! – exclama agradecida y así, cierra los ojos sumiéndose en un sueño profundo.

-          Buenas noches – le susurro en el oído. Le beso la frente y salgo de su habitación.

Fran está jugando con la Wii cuando aparezco en el salón. Me siento a su lado y le observo con dulzura. ¡Hasta jugando a un juego esta sexy! El tiene todo lo que siempre soñé, es la chispa de mi piel, no me hace falta nada más. ¡Soy tan afortunada! Mientras lo pienso sonrío como una boba. De repente me doy cuenta de que me está mirando de la misma manera. Han pasado tres años desde que le conocí pero nada ha cambiado entre los dos. Seguimos siendo dos enamorados que ni la distancia puede separar. Deja el mando sobre la mesa acerca suavemente sus labios hacia los míos. Me besa como si no hubiera un mañana y yo le respondo del mismo modo. ¡Qué ganas tenia de estar así con él! Se aparta y me mira fijamente a los ojos. Me coge la mano y la acaricia con anhelo. Al fin y al cabo no es algo que pueda hacer todos los días…

-          Tengo algo que decirte – dice nervioso. No quiero que digas nada hasta que termine. Es algo que he meditado mucho y al fin me he decidido a dar el paso y comunicártelo. Me quedo pasmada. ¿No me dirá lo que pienso no? Decido esperar a que me sorprenda. Estoy ansiosa – Estos días en Valencia estuve pensando mucho en nosotros. Pienso en todos los kilómetros que nos separan y la agonía me puede. No puedo estar más tiempo alejado de ti, no lo soporto. No sé si a ti te pasara lo mismo pero necesito estar contigo todos los días. La vida pasa y nosotros con ella. El tiempo es lo más valioso que tenemos y no quiero derrocharlo sin estar contigo. Te amo, Alex. Te quiero como nunca he querido y te necesito. Por todo eso he pensado en venirme a vivir a Madrid. El otro día estuve hablando con mi jefe y tiene obras por aquí cerca. No habría ningún problema en trasladarme aquí. No puedo estar más tiempo separado de ti. ¿Qué te parece?

Me quedo muerta. No me esperaba algo así. Mis pensamientos iban por otro sendero. Mi cara palidece por momentos. ¿Qué le digo? ¿Qué quiero decirle realmente? ¿El y yo viviendo juntos? En Valencia cada uno vivía en su casa y era diferente. Sé que la convivencia es dura y no quiero que estropee lo nuestro pero la distancia es más dura aun… Me siento entre la espada y la pared… Y pensar que el trabajo era lo más importante para el… Me acaba de demostrar que por mi sería capaz de todo. Estaría dispuesto a mudarse aquí, ya lo ha hablado con su jefe… Es toda una sorpresa. Mi corazón late cada vez más deprisa y me cuesta respirar. Me toca a mí decidir algo y, por primera vez en mi vida, no sé qué decir… La garganta se me hace un nudo imposible de ingerir. El está quieto, mirándome fijamente con los ojos vidriosos por la expectación. Espera una respuesta, aquí y ahora. Me armo de valor y le sujeto la mano con fuerza.

-          ¿Es verdad todo lo que has dicho? – ¡Idiota, idiota, idiota! ¡Cómo no va a ser verdad! ¿Te está abriendo su corazón y tu le respondes así? La voz de mi conciencia siempre fustigándome…  El me mira sin comprender y vuelvo a intentarlo - Quiero decir, no me malinterpretes… yo también te quiero muchísimo y sé que eres el amor de mi vida pero, ¿estás seguro de lo que dices? La convivencia no es fácil y tendremos que lidiar con muchos problemas. ¿Estarías dispuesto a ello? 

-          ¡Por ti sería capaz de morir y resucitar solo por verte una vez más! Eres el regalo que siempre espere… lo eres todo, Alex, eres mi destino… – me dice de corazón. Me derrito al escuchar esas palabras saliendo de sus carnosos labios. Le beso fervientemente dejándole clara mi decisión.

-          Tendremos que ir a La Puebla a por tus cosas – al decir esas palabras me viene a la mente Rosa. Tendré que comunicárselo y pedirle que me deje unos días libres. No sé cómo se lo tomará… Así de paso veré a mis padres y mi hermana. ¡Qué ilusión!

La vida es una noria. Si me llegan a decir esto antes no me lo hubiera creído. Encuentro trabajo y mi novio se viene a vivir conmigo. ¡Todo en un solo día! Lo bueno de todo esto es que podre ver a mi familia y amigos. Estoy radiante de felicidad. Voy a ir a La Puebla… a mi hogar… La Puebla de Farmals, que así es su nombre completo pertenece a la comarca de la Huerta Norte y no tendrá muchos más de 7000 habitantes. Esta a 13km de Valencia capital.  Tiene un encanto natural y algo de lo que  Madrid carece, de playa. ¡Como echo de menos todo! La última vez que estuve fue en marzo, en las fallas. Recuerdo la amarga despedida y en ese mismo momento decido poner la mente en blanco para no pensar. Las lágrimas caen por mi cara, ya es demasiado tarde.

-          Claro, eso te iba a decir, necesito tu ayuda para cargar con todo – me asegura.

-          Hay un problema… tendría que decírselo a Rosa – digo disgustada ante una negativa por parte de ella. Mañana cuando vaya a trabajar le pediré unos días para poderte acompañar.

-          Estate tranquila, iremos cuando puedas. Jaime me ha dado tiempo para poder hacer la mudanza – me informa. Solo me dijo que le llamara en cuanto estuviera instalado en Madrid para poder empezar.

Fran tiene mucha suerte. No cualquier jefe te brinda unos días para hacer tus cosas y, mucho menos, la oportunidad de trasladarte a otra ciudad a tu antojo. Me cae bien Jaime. Le conocí hace una par de años en La Puebla, antes de venirme a Madrid. Tiene una vida de lo más peculiar pero en el fondo es buena persona. Su mujer le puso los cuernos con su mejor amigo y desde entonces vive la vida al límite. Estuvo a punto de entrar en la cárcel porque, tras enterarse, le falto tiempo para ir tras él y meterle una paliza hasta el punto de dejarle malherido; un par de costillas fracturadas y un fuerte golpe en la cabeza aparte de todo el cuerpo magullado. El juez dictamino la entrada en prisión pero, al carecer de antecedentes salió en libertad con cargos tras pagar una fianza y una orden de alejamiento. Todo el pueblo se entero de lo ocurrido y estuvo de boca en boca mucho tiempo. Hoy por hoy ya es un hombre recuperado al que  le encanta conocer mujeres por el chat. Es apuesto y musculoso, rubio de naturaleza y con grandes ojos azules que conquistaría a cualquier mujer si así se lo propusiera. Si no fuera por su acento, al conocerle, hubiese asegurado que era noruego o de alguno de esos países bálticos. El roce de su boca contra mis dedos me traslada otra vez a mi apartamento. Fran me mira con sus seductores ojos color añil. Lleva el pelo alborotado y más largo de lo normal. No me había fijado lo bien que le queda. Siempre se aplica gomina para fijarlo bien asique verle así es todo un acontecimiento. Tiene un color de piel envidiable gracias a su trabajo. Pasa las ocho horas del día comprobando obras bajo el sol de Valencia. Sigue mirándome fijamente con aire divertido. Se lo que está buscando. Sin darme cuenta me coge rápidamente y me monta sobre sus hombros esculturalmente trabajados en el gimnasio. Corre hacia mi habitación todavía revuelta. Me tumba sobre la cama y empieza a desabrocharse la camisa de cuadros, botón tras botón. La tira al suelo sin dejar de observarme. Continua quitándose la ropa hasta quedarse completamente desnudo frente a mí. Le contemplo abstraída y ansiosa de que comience a acariciarme. Se acerca furtivamente con el deseo patente en sus azucarados ojos. Me coge el pie y comienza a besarlo dulcemente. Sube por mi pierna dándome pequeños besos hasta llegar a mi boca. Acerca sus carnosos labios a los míos y nuestras lenguas se encuentran afanosas mientras me desnuda. Se acomoda sobre mí y empieza a jugar con mis pezones extremadamente duros. Me derrito bajo el y compruebo lo húmeda que estoy. Su mano baja por mi vientre hasta mi sexo e introduce dos de sus largos dedos dentro de mí. Gimo de placer. La sensación es exquisita. Me siento viva. Lleva un ritmo acompasado que me hace disfrutar al máximo.  Me incorporo y me pongo a horcajadas sobre él. Cojo su desmesurado miembro completamente erguido y me lo introduzco en la boca. Me tapo los dientes para no hacerle daño y comienzo a chupar ardientemente. El comienza a jadear estrepitosamente.  Mi ritmo se acelera, arriba y abajo.  Le cuesta respirar. Sin darme cuenta me coge de la cintura y me pone a cuatro patas sobre la cama. Me abre las piernas y se pone de rodillas junto a mí. Se acaricia el miembro y lo introduce con suavidad dentro de mi cuerpo. Empieza a hacer círculos suavemente. Me apoyo sobre mis codos para ponerme cómoda y gimo bajito. Me encanta el sexo con Fran. Nos compenetramos perfectamente y sabemos lo que nos gusta el uno del otro.  Comienza a moverse rápidamente dentro de mí al tiempo que grito desesperada. El movimiento cada vez es mayor. Veo como la cama choca contra la pared por la brusquedad con la que Fran empuja. Me aproximo al climax. El sigue entrando y saliendo de mí. Gime y grita a la vez. La excitación es enorme. A la vez que me penetra sus dedos índice y corazón estimulan mi clítoris. Me retuerzo y grito alto al llegar al orgasmo. Las piernas me tiemblan y caigo rendida sobre el colchón. Fran no tarda mucho más en correrse. Al hacerlo noto en mi interior un calor sofocante. Sale de mí con delicadeza y se rinde sobre la cama respirando entrecortadamente. Al cabo de un rato volvemos a nuestro estado normal. Nos metemos en la cama y nos abrazamos. Le miro a los ojos enamorada. ¡Cuánto le quiero! Me doy cuenta de que estoy tremendamente enamorada de él. Y, así, mirándonos nos quedamos dormidos.

La luz del día entra por la ventana. Ayer se me olvido bajar las persianas.  ¿Qué hora es? Me incorporo y cojo el móvil para comprobar la hora. Las ocho menos cuarto. Es pronto aun. Todavía puedo quedarme un cuarto de hora más en la cama. Dejo el móvil en su sitio y me vuelvo para contemplar a Fran. Duerme profundamente. Parece un niño bueno. Me lo  comería a besos pero me contengo porque no quisiera despertarle. Me acurruco a su lado. Podría estar así horas, días,… incluso años. En ningún sitio soy más feliz que en los brazos de Fran. Estoy mirándole embelesada cuando de repente abre un ojo. Centra su mirada en mí y sonríe. Me da un beso de buenos días y se acerca para abrazarme. Parece el momento perfecto para preguntarle lo que, desde ayer, no puedo quitarme de la cabeza.

-          ¿Por qué mi habitación esta toda desordenada? Ayer, al verla así, pensé que alguien estaría buscando algo pero al encontrarte a ti no supe que pensar. No tuve ocasión de preguntártelo pero me pica la curiosidad.

La pregunta le ha pillado desprevenido. Se lo noto. No sabe que contestar. Comienza a ponerse rojo por la vergüenza y se queda callado pensando en lo que poder decir. En ese mismo momento suena el teléfono.  Lo cojo rápidamente y contesto.

-          ¿Si, dígame?

-          Alex necesito que vengas cuanto antes. Esta noche tengo una gala benéfica y tú vendrás conmigo. Necesitamos algo para la ocasión. Iremos de compras -. Rosalinda está de buen humor.

-          Muy bien, me preparo y voy. Hasta ahora. Chao.

Me ha pillado de sorpresa. Ya me avisó de que tenía muchos eventos pero no me apetece nada ir. La gente que va a ese tipo de sitios es adinerada y con un nivel de vida que yo jamás conoceré. Ese pensamiento no es algo que quiera que me lo restrieguen por la cara, por eso no me agrada la idea de asistir  pero el rostro me cambia de inmediato al pensar que voy a ir de compras. Soy una compradora compulsiva y la ropa es mi vida. Antes de salir corriendo de alegría de la habitación le doy un beso a Fran y le comunico mis planes nocturnos. Su cara es un poema pero no me dice nada. Decido dejar la conversación pendiente para otro momento. Salgo dando saltos como una niña pequeña con un juguete nuevo. Al pasar por la habitación de Dani recuerdo lo que hablamos ayer y me entristezco. ¡Qué injusta es la vida! Me siento mal de inmediato. ¿Estará despierta? Me gustaría saber qué tal se encuentra pero tampoco quiero resultar una molestia asique sigo mi camino hasta el baño.

Me estoy preparando café cuando Dani aparece en el umbral de la puerta de la cocina. Tiene mala cara y no está preparada. Viste el pijama de corazones azules. Solo se lo pone cuando está deprimida o triste por algo.

-          ¿Qué tal has dormido? – pregunto preocupada.

-          ¡No muy bien, no he parado de tener pesadillas! -. Las ojeras en su rostro son evidentes. No ha debido de dormir en toda la noche. Además la rojez de sus ojos se palpa a distancia ¡Pobre Dani!

-          Tengo que ir a trabajar pero en cuanto vuelva  tú y yo vamos a salir a tomar unas cañas, ¿Entendido? Tengo que contarte algo. – Me mira intrigada y curiosa y veo que su rostro cambia para bien.

-          ¿No puedes decírmelo ahora? ¡Me muero de la intriga, Alex!

-          Ahora tengo que irme. A la noche tengo que acompañar a Rosa a un evento y vamos a ir de compras para la ocasión.

-          ¿De compras? ¡Qué envidia! Yo quiero un trabajo como el tuyo – ríe. Parece que su ánimo ha mejorado y me alegra saber que soy yo la causante de ello.

Me bebo el café rápidamente ante la atenta mirada de Dani. Me acerco a ella, le abrazo y le doy un beso en la frente. Mi buena amiga Dani… Me rompe el corazón verle así y soy consciente de que tengo que hacer algo para evadirla del problema. Me aseguro a mi misma hacerlo en cuanto venga del trabajo. Me acerco a mi habitación, hecha un autentico caos, y me acerco a Fran. Vuelve a dormir profundamente. Sin hacer mucho ruido le doy un cálido beso y salgo de la habitación.

La mañana es fría. Respiro hondo y empiezo a caminar. De camino al metro pienso en cómo voy a pedirle a Rosa unos días. Me vendrá bien ir a Valencia. Tengo muchas ganas de ver a mi gente. Entro en la estación repleta de gente. Todos tienen mala cara. Eso se debe a que están en un sitio en el cual no quieren estar. Seguramente que si les viera un fin de semana en alguna terraza no tendrían el mismo gesto. Me meto en el vagón y me sitúo en una esquina, de pie ya que todos los asientos están ocupados. Odio el metro. La mezcla de olores me pone mala. Por fin, llego a mi parada. Salgo y subo las escaleras para escapar de ese zulo. Ya en la calle me encuentro mejor. Miro a ambos lados y veo a Rosa.

-          ¡Alex! Vamos, nos están esperando. Iremos a Gran Vía.

Al cruzar la carretera un BMW negro nos espera aparcado en doble fila. Nos metemos en la parte trasera y Rosa saluda al chofer.

-          Este es el señor Garrido – señala Rosa. Esta es mi ayudante, Alejandra Ramírez.

-          ¡Buenos días señora Ramírez! Es un placer conocerla.

-          ¡Buenos días! – balbuceo todavía aturdida por la bienvenida.

De camino al centro me armo de valor y decido comentarle a Rosa lo de ir a Valencia unos días.

-          Quería pedirte un favor, Rosa.

-          Dime Alex, ya sabes que puedes pedirme lo que sea.

-          Muy bien… El caso es que mi novio Fran se muda a Madrid a vivir conmigo y necesito ayudarle con la mudanza.  Debería acompañarle a Valencia a recoger sus cosas y, para ello, necesitaría un par de días.

-          No sabía que tuvieras novio, Alex. – me pongo tan roja que me avergüenzo. ¿Es algo que tendría que haberle dicho en la entrevista? No me lo preguntó asique no es culpa mía.- Ya te dije ayer que necesito una ayudante y eso constituye el tenerte para mí a cualquier hora del día pero entiendo que tengas que ayudar a tu novio. No suelo conceder este tipo de cosas pero me caes bien y no me gustaría perjudicarte. Esta semana solo tengo este evento asique no veo ningún inconveniente en que te cojas los próximos tres días siempre y cuando esta noche no me falles. Asistirá gente importante y no quiero que salga mal. Me juego mucho dinero con esto.

-          No te fallare, Rosa.

-          Muy bien. Ahora tenemos que preparar muchas cosas. Te pediría que te concentraras en el trabajo.

-          Sin problema. ¿Qué vas a comprar?

-          Vamos a comprar. Te recuerdo que vas a venir conmigo asique tendrás que estar vestida para la ocasión tu también.

La mañana transcurre tranquila. Pasamos por las mejores tiendas de Madrid, que yo ni conocía. Rosa ha optado por un vestido cuello barco para ella en color beige, elegante y discreto. Parece que está hecho para ella. Tiene un cuerpo que no cualquier mujer de su edad puede tener. Cuida su alimentación y va al gimnasio y el resultado de tanta dedicación es espectacular. Para mí ha elegido un vestido palabra de honor negro largo también. Al mirar el precio casi me da un infarto. Nos dirigimos al mostrador y paga sin darle ninguna importancia. Al salir de la tienda el señor Garrido se ocupa de nuestras bolsas. Tras la ropa compramos joyas para cada una y entramos a un centro estético a hacernos todo tipo de trabajos. Al terminar con todos los puntos del día me doy cuenta de que ya es mediodía. ¡Qué rápido se me ha pasado el tiempo! La verdad que me podría acostumbrar a esto. No está nada mal.

-          ¿Te parece que vayamos a comer algo? Con tanta compra estoy hambrienta – dice Rosa.

-          Me parece perfecto, yo también tengo hambre.

-          Muy bien. Conozco un restaurante que está aquí al lado. Vamos.

El restaurante es familiar y, a la vez, elegante. Un camarero alto y moreno  nos acomoda en una mesa al lado de un ventanal. Se le ve nervioso ante la presencia de Rosa. Por su expresión no es la primera vez que ha estado aquí. Saca un block de su delantal negro a juego con su traje.

-          ¿Qué les puedo traer de beber?

-          ¿Te gusta el vino tinto, Alex? ¿O te apetece otra cosa?

-          El vino tinto es perfecto, Rosa.

-          Bien. Tráiganos un Sequé, por favor. – Nunca antes había oído ese nombre. Debe de ser un buen vino. Le miro al camarero y sonrío inquieta.

-          Buena elección, señora Rico.

La comida estaba deliciosa. De primero hemos tomado una crema de marisco y de segundo una lubina al horno. Rosa saca su tarjeta Visa Oro, efectúa el pago y salimos del restaurante. En la calle nos espera el chofer. Me siento como Julia Roberts en Pretty Woman. La idea no me seduce debido al papel que interpreta. ¡Yo no soy ninguna prostituta! Solo estoy trabajando para ella.

Al llegar a casa no hay rastro ni de Dani ni de Fran. La casa está recogida y mi habitación ya no parece un estercolero. Dejo las bolsas encima de mi cama y saco el móvil dispuesta a llamar a Dani para tomarnos esas cañas que le he prometido.

-          ¿Dónde estás Dani? ¡Me gustaría tomarme unas cañas contigo!

-          Estoy con Fran en el  “Record” tomando algo, estábamos esperando a que nos llamaras.

-          Voy ahora mismo.

Cuando llego al bar veo a mi novio y mi mejor amiga riéndose a carcajadas. Me entra la risa tonta al ver la escena. Me alegra ver a Dani riéndose. Se lo merece después de la maldita noticia.  Tienen los vasos medio vacios asique decido pedir una ronda antes de llegar a ellos. Al verme ambos se levantan y me abrazan. Fran me da un pequeño beso en los labios. Les cuento mi gran día y no salen de su asombro.

-          Dani… Fran y yo queríamos comentarte algo – digo por fin. Al fin y al cabo este encuentro siempre ha tenido una finalidad.

-          ¡Fran se viene a vivir a Madrid! – me dice antes de poder terminar la frase. – Me lo ha dicho el, por eso estamos aquí celebrándolo. – Me quedo aturdida. Se supone que esa noticia se la tenía que haber contado yo. No me gusta nada lo que ha hecho Fran pero decido no armar ningún escándalo. Le miro con desdén y vuelvo con Dani. El no dice nada.

-          ¿Qué te parece?

-          Me parece estupendo. Os merecéis estar juntos. La distancia es muy complicada.

-          ¿No te resultara incomodo estar con nosotros?

-          ¿Cómo puedes pensar eso? ¡Estoy encantada de que venga a vivir con nosotras!

-          Me voy a ir unos días a Valencia para ayudarle con la mudanza.

-          ¿Te ha dado los días Rosa? – pregunta Fran incrédulo.

-          He estado hablando con ella esta mañana y no me ha puesto ningún problema. Mañana podremos irnos.- En el rostro de Fran aparece una enorme sonrisa.

Miro el reloj. ¡Mierda! Las nueve menos diez. ¡Como se ha pasado el tiempo! El chofer de Rosa vendrá a recogerme a las diez y todavía tengo que prepararme.

-          Tengo que irme. A las diez vienen a recogerme. Tengo que ir a la gala benéfica. No os emborrachéis mucho.

-          ¿Te espero despierto cariño?

-          No te preocupes, no sé a qué hora acabaré. Te dejo unas cosas sobre la cama para que me hagas la maleta. A mí no me da tiempo.

-          Muy bien cariño. Hasta mañana.

Me levanto y me despido de ellos. Subo corriendo al apartamento y me meto en la ducha. Menos mal que he ido esta mañana a la peluquería y estoy radiante. Solo tengo que vestirme. A las diez menos cinco bajo al portal. El BMW ya esta esperándome. Entro en el asiento trasero y saludo al señor Garrido y a Rosa. Esta espectacular. Me mira y me guiña un ojo.

-          Puede llamarme Luis, señora Ramírez.

La gala se celebra en la casa de un multimillonario, el señor Sánchez, a las afueras de Madrid. Cuando bajo del coche me quedo deslumbrada. La casa es enorme y a lo lejos se ven unas luces procedentes del jardín. Nos dirigimos hasta allí. Al llegar, un grupo de personas se acerca hasta nosotras y nos saludan atentamente. Rosa hace las presentaciones. La gente asquerosamente rica puede llegar a ser muy simpática. Estamos en una especie de recinto medio cerrado. Es enorme. Al fondo de la estancia puedo observar un escenario con unos músicos tocando de fondo. En el centro hay muchas mesas redondas exquisitamente adornadas. La gente se va acomodando y Rosa me guía a la nuestra. Al sentarme, compruebo, que escrito a mano sobre un papel rosa palo esta mi nombre. La velada marcha fantásticamente bien. La comida esta deliciosa, toda ella hecha al detalle. Los camareros nos apartan los platos ya vacios y nos sirven los cocteles. Mientras Rosa charla con su compañero de al lado cojo mi bolso disimuladamente para observar qué hora es en el móvil. Cuando lo enciendo veo diez llamadas perdidas; dos de Dani, tres de Fran y cinco de mi madre. Compruebo la hora alarmada. Son las doce y media. No es tarde asique empiezo a preocuparme. Que mi madre me llame no es significado de algo bueno. Me empiezo a poner tensa y no paro de moverme en mi silla. Necesito llamarla para salir de dudas. ¿Habrá pasado algo en el pueblo? Interrumpo a Rosa, que sigue hablando con el señor de al lado, para poder retirarme a hacer la llamada. Asiente con la cabeza y continúa enfrascada en su conversación. Salgo del recinto corriendo por el nerviosismo. El móvil comienza a vibrar y de él sale la canción Lloviendo Estrellas de Cristian Castro. Esa melodía solo la tengo puesta para una persona… Fran. Miro atentamente la llamada entrante y doy a la tecla verde para contestar.

-          ¿Qué coño pasa Fran? ¿Por qué tantas llamadas?

-          Alex… - tartamudea al otro lado del teléfono. No sé como decírtelo …

-          ¡Por Dios Fran! ¡Dímelo de una puñetera vez!

Los segundos se me hacen eternos antes de que responda. Me explica lo ocurrido pacientemente. Noto que me escuecen los ojos y que de ellos empiezan a brotar lagrimas que acaban sobre mi vestido. Tiro el teléfono con rabia desplomándose en el césped. Estoy destrozada y me derrumbo en el suelo impotente. ¡No me lo puedo creer!

No hay comentarios:

Publicar un comentario