CAPITULO I
Me levanto aturdida después de la
gran noche de ayer. ¿Qué hice? No me acuerdo de nada. ¡Qué vergüenza! El
alcohol no ejerce un buen efecto sobre mí, es algo que tendría que tener en
cuenta pero cuando te metes de lleno en una fiesta privada la cabeza no es una
buena aliada, y el alcohol, menos. Menos mal que mi novio esta a 300km de aquí…
Es un hombre bastante celoso y controlador y si se enterara de esto le faltaría
tiempo para llegar hasta aquí. La idea me deprime así que decido dejar de
pensar en ello. ¡Dios! ¡Me duele todo el cuerpo y la cabeza me da vueltas! Las
resacas no son nada buenas pero creo que vale la pena después de la fiesta de
anoche. Decido tomarme un ibuprofeno antes de salir a la calle. No tengo
mensajes en el móvil, eso es una buena señal así que me incorporo y voy directa
al baño a pegarme una ducha que me quite esta mala sensación de encima. Al
pasar por la habitación de Dani compruebo que duerme plácidamente. ¡Qué envidia
más sana! ¡Ojala yo durmiera como ella! Daniela es mi compañera de piso,
estudia Empresariales en la misma facultad que yo y la conocí al poco tiempo de
llegar a Madrid. Enseguida entablamos relación y nos fuimos a vivir juntas. A
diferencia de mi, ella es un alma libre. No tiene novio y cada noche veo en
casa a un chico diferente. Ella es así, mi Dani. Siempre dice que nunca tendrá
novio, que es más fácil usarlos y olvidarte de ellos. La tengo un gran cariño a
pesar del poco tiempo que nos conocemos. Casi se ha convertido en mi hermana y,
la verdad, es que la veo más que a la verdadera.
Desde que llegue aquí no me he
sentido sola ni un momento, lo cual me alegra después de pensar en todo el miedo que tenía a venir a una nueva
ciudad sola. Mis padres no apoyaban la idea. El hecho de estar separados de mi
ni se les pasaba por la cabeza. Creían que me quedaría en el pueblo, ocupándome
de su negocio y que estudiaría en la universidad de Valencia. Siempre he sido
el ojito derecho de mi padre, algo que mi hermana no podía soportar. ¡Cuando
les dije que me habían concedido una beca para venirme aquí por poco les da un
infarto! A mi madre se le empezaron a escapar unas lágrimas de los ojos y mi
padre no salía de su asombro. Nunca me lo han reconocido pero en el fondo se
que tenían esperanzas en que no me otorgaran la beca. Pero lo conseguí y aquí
estoy, en segundo curso de Empresariales y no me va del todo mal. De momento he
aprobado todo. En cambio, mi novio, se
sintió orgulloso de mí pero la idea de que me fuera a otra ciudad no le parecía
muy apetitosa. Me tiene que tener bajo control y, de hecho, siempre que puede
viene a verme. Amo mi tierra pero sabía que necesitaba aire fresco en mi
pulmones.
Cuando ya estoy arreglada, cojo
los apuntes y me encamino a la universidad. La semana que viene tengo los
exámenes finales y no quiero suspender. Al salir por la puerta oigo un ruido
que me estremece en el cuarto de Dani. Dejo caer todo al suelo y voy corriendo.
Al llegar, la veo tirada en el suelo debajo de todas las sabanas.
-
¿Qué te ha pasado? – exclamo alterada.
-
¡Joder! Estaba en el mejor momento del sueño
cuando me he caído de la cama – implora perpleja sin saber muy bien donde está.
Rio a carcajadas. La buena de
Dani. No cambia. Seguro que estaba soñando con alguno de sus ligues y que se lo
montaba a lo grande.
-
Déjame adivinar… Jaime, Miguel, Oliver, Jesús,…
¿Cuál de ellos ocupaba tus sueños hermanita? – le pregunto.
-
¡Puaj! ¡Qué dices Alex! Usar y olvidar… ¿tanto
te cuesta recordarlo? – responde entre dientes.
-
No deberías tratar así a los hombres Dani. No
son juguetes, algunos tienen sentimientos – reflexiono.
-
¡Ja! ¡El sentimiento de metértela y si te he
visto no me acuerdo! – exclama alterada – Tengo una teoría y no pienso cambiar
de opinión al respecto por mucho que me
regañes. ¡Antes de que me usen a mi les usare yo! – grita levantándose del
suelo.
-
Lo que tu digas …
-
El amor no existe, Alex. ¡Lo tuyo con Fran
pasara a la historia en cuanto el se lie con una tía mucho mejor que tú!
Espabila hermanita… - gruñe.
La buena de Dani. Que a ella le
arrancaran el corazón con apenas 16 años no tiene que ver con que me vaya a
pasar a mí. Era una cría cuando la destrozo ese mamón de Luis. Llevaban
saliendo tres años y en cuanto la desvirgo no quiso saber más de ella. Se fue
con una pelirroja de piernas largas y bronceadas. No quiero imaginar lo que
Dani sufrió. No ha vuelto a tener nada serio desde entonces. Es algo que
siempre evita y no quiere recordar. Así que si quiere jugar, que juegue. ¡Qué
demonios! La vida esta para disfrutarla y vivir el momento.
Después de comprobar que mi
compañera de piso se encuentra perfectamente recojo las cosas del suelo y salgo
por la puerta. El aire es fresco pero primaveral, muy propio de la fecha en la
que nos encontramos. Es una bonita mañana de Mayo. El sol aflora sobre los
tejados de los pisos del centro de la ciudad. Estos días me ponen de buen
humor. Parece que el ibuprofeno ha conseguido su propósito, quitarme el mal
cuerpo. Estoy mucho mejor. Al pasar por el quiosco de al lado de mi casa decido
comprar la Cuore, revista que me
encanta leer con Dani porque te enteras de todos los cotilleos de los famosos.
La guardo en la carpeta y decido leerla al llegar a casa. Al llegar a la
universidad me encuentro con Lucas, que está de pie sonriéndome.
-
¿Qué tal, Alex? – me pregunta.
-
Ahora ya mucho mejor pero me he levantado muy
mareada. Por cierto, ayer no hice mucho el ridículo, ¿no? – pregunto
avergonzada.
-
En tu línea. ¡Te subiste a la mesa a bailar y a
chillar como una loca! – ríe al recordarlo.
Me siento muy avergonzada pero
decido olvidarlo. Camino junto a él en silencio y entramos en clase. Lucia nos
espera sentada en última fila. La mañana transcurre sin novedades. Materia,
materia y más materia para estudiar. ¡Qué horror! Este fin de semana se
presenta terrorífico. Al finalizar, Lucas, Lucia y yo quedamos en salir a la
noche a tomar unas cañas para liberar tensión y prepararnos para la dura semana
que nos espera.
Cuando llego a casa Dani no está.
Compruebo el móvil y veo que tengo una llamada de ella. Como lo había puesto en
silencio al entrar en clase ni me he enterado de que me había llamado. Marco la
tecla de rellamada y al tercer pitido responde:
-
¡Alex! Estoy en el centro comercial comprando un
vestido para la noche. Te he llamado para que lo supieras y no te preocuparas.
¿Puedes hacer algo de comer? Enseguida vuelvo – dice nerviosa.
-
¡Qué cara más dura tienes! – le reprocho. ¿También
quieres que te recoja la habitación y te lave la ropa? – pregunto riendo.
-
¡No estaría mal! Mi cuarto parece la selva y
huele muy mal así que todo tuyo hermana – responde alegremente.
Cuelgo el teléfono y me dirijo a
la cocina a preparar algo. ¡Vaya! Casi no hay de nada. Decido bajar al
supermercado a comprar algo e improvisar.
Dani no tarda mucho en llegar,
justo a tiempo de tener la comida lista. Comemos entre risas y me cuenta la
experiencia que ha tenido en la tienda. El dependiente le ha dado su número de
teléfono para que le llame cuando quiera. No la veo muy entusiasmada pero sé
que le llamara cuando menos me lo imagine. Esta chica no cambia. Siempre
pensando en lo mismo. Dani es una persona extrovertida, alegre y divertida.
Tiene el pelo rubio y largo y una silueta de muerte. Es el sueño de cualquier
hombre. Podría tener a quien quisiera solo con pedirlo. Le cuento que he
quedado con Lucas y Lucia para tomar unas cañas y, sin dudarlo, se apunta al
plan.
Casi estamos listas cuando llaman
al portero. Es Lucas. Esta en el portal.
Le mandamos subir y abrimos unas latas de cerveza para ir calentando motores.
Al cerrar la puerta comprobamos que no viene solo. Claudia, su chica, le
acompaña. Hacen una pareja muy bonita y ella es súper simpática. Me alegra saber
que Lucas está en buenas manos. Les ofrecemos una cerveza y seguimos
preparándonos con la música de fondo. Al poco rato, llega Lucia con una
minifalda de vértigo. Tengo que reconocer que mis amigas y yo somos unos
bollazos. Lucia tiene el pelo castaño y liso que le llega por encima del pecho.
Siempre lo lleva suelto y arreglado. Tampoco tiene novio pero anda colada por
un chico de tercero. Llevan quedando unos meses pero él no quiere nada serio de
momento, o eso le ha dicho. Después de cuatro o cinco cervezas bajamos al bar
de debajo de casa. Alfredo, el camarero, nos ofrece unos cocteles de
bienvenida. Siempre está haciendo inventos con las bebidas y ofreciéndonos para
probar. Sueña con ser un gran barman y montar su propio negocio pero, de
momento, practica en el bar mientras que gana dinero. Pasamos un largo rato
entre risas y gritos. De cervezas pasamos a cubatas y chupitos. Cuando ya no
podemos más nos vamos a la discoteca más cercana a bailar un poco.
Llegamos a casa sobre las cuatro
de la madrugada. Ha sido una gran noche pero empiezo a pensar en los exámenes
de la semana que viene. Dani me interrumpe mis pensamientos cuando la veo
meando en el ascensor.
-
¿Qué haces? – grito alarmada.
-
Oh Alex… no aguantaba más – responde entre
risas.
Cuando llegamos al quinto piso se
sube rápidamente los pantalones y sale corriendo a meterse a su habitación
gritando como una loca. Dani, Dani, Dani,… que voy a hacer contigo…
El sol aparece por las rendijas
de mi persiana y me voy despertando. No tengo ganas de levantarme, y mucho
menos de estudiar pero la vida es así. Me incorporo y salgo de la habitación.
Preparo café y cojo los apuntes. Solo ver el montón de papeles me enfurece pero
me meto en mi habitación y comienzo a estudiar. Al rato, llaman a la puerta. Al
girarme veo una silueta morena que grita: ¡Sorpresaaaaaaaaaaaaa! Me quedo
helada al ver a Fran en el umbral de mi habitación esperando con los brazos
abiertos a que vaya a abrazarle. Salto de alegría y voy en su dirección.
-
¿Qué haces aquí? – pregunto entusiasmada.
-
Quería que fuera una sorpresa. Es sábado y hacía
tiempo que no venía a verte así que he cogido el coche y aquí estoy. Tienes
mala cara ¿te pasa algo? – me pregunta dudoso.
-
Ayer salí un rato con Lucia, Dani, Lucas y su
novia – respondo con una alarma en los ojos esperando su reacción.
-
¡Alex! – grita exasperado. Te he dicho mil veces
que has venido aquí a estudiar y no a estar de fiesta todo el rato.
-
Lo sé, lo sé… y es lo que estaba haciendo ahora
antes de que vinieras – respondo para que se quede más tranquilo.
-
¿Quieres que hagamos algo? – pregunta seductor.
-
¿Algo como qué? – respondo tímida.
Se acerca a mi sigiloso con esa
mirada con la que me enamoro. Me derrito por dentro esperando su reacción. Me
levanta rápidamente y sus labios buscan los míos. Nuestras lenguas se retuercen
la una contra la otra y yo me excito. Hacía tiempo que no nos veíamos y la
tensión se palpa en el ambiente. Nos
desnudamos el uno al otro sin preocuparnos de que Dani está en la habitación
contigua. Sus manos recorren mi cuerpo entero y me seducen a cada paso. Una vez
desnudos le empujo salvajemente y cae sobre la cama. Me pongo encima a
horcajadas y le beso todo el cuerpo. El responde a mis caricias y aprieta su
erección contra mi pelvis. Empiezo a rozársela suavemente arriba y abajo hasta
estar bien húmeda. Le beso en el cuello, en el pecho,… y voy bajando lentamente
hasta encontrarme con su miembro. Me lo meto en la boca y chupo fuerte. Después
de un rato, paro y vuelvo a ponerme en la misma posición de antes. Estoy tan excitada…
¡Que ganas tenia de esto! Introduzco su miembro dentro mí y me muevo arriba y
abajo. Empezamos a jadear y a sudar. Grito de placer y no dejo de moverme. La
cama se mueve a un ritmo estrepitoso y golpea fuertemente la pared. Ajena a
todo sigo con lo que estoy haciendo. Me retuerzo de gusto y empiezo a llegar al
clímax.
-
¡Sigue tesoro! – dice Fran excitadísimo. No
pares, ahora no. Oh Alex… ¡que cachondo me pones!
Sigo moviéndome arriba y abajo,
estoy agotada pero el momento se acerca. Me muevo más y más rápido y al fin los
dos gritamos al unísono llegando al orgasmo. Caigo extasiada encima de él
jadeando sin parar. Nuestras respiraciones entrecortadas se unen y me da un
beso en la comisura del labio. Al poco, me recupero y me tumbo boca arriba en la
cama. Los dos nos quedamos inmóviles un momento. Ninguno dice nada hasta que
nos quedamos profundamente dormidos.
Me despierto sobresaltada. Fran
no está en la cama. Estoy desnuda. Al otro lado de la puerta oigo voces. Son
Dani y Fran charlando. Me visto y salgo corriendo de la habitación. Están
sentados en el salón con una taza de café.
-
¡Buenas tardes bella durmiente! – dice Dani
entre risas. ¡Menuda bienvenida que le has dado a Fran!
Me ruborizo y siento una punzada
en la cabeza. Mierda, mierda, mierda,… Nos ha escuchado. Aunque no me sorprende
después del escándalo que hemos montado… Fran parece divertirse con el
comentario grosero de Dani. Sonrió
avergonzada y me dirijo a la cocina a por café. Al volver, me siento al lado de
Fran, que me mira embelesado. Pasamos la tarde los tres hablando de diferentes
temas. Fran nos informa de que todo sigue igual por el pueblo y que mis padres
me echan de menos. La idea me pone triste y le prometo que, terminados los
exámenes iré a visitarles. Eso me recuerda que tengo que estudiar así que me
pongo manos a la obra.
Después de estar el resto de la
tarde estudiando me dispongo a prepararme para salir con Fran y mis amigos a
cenar. Me encanta que este aquí conmigo. Me da seguridad y me siento tan feliz
a su lado… Abro el armario de mi dormitorio ante los atentos ojos de mi novio.
Llevamos saliendo casi tres años. Surgió cuando yo apenas tenía 17. Eran las
fiestas del pueblo. Verano del 2010. Me encontraba con mis dos mejores amigas
en la cafetería de la plaza cuando un tipo borracho nos asusto. Empezó a
decirnos groserías y a intentar tocarnos. Nosotras nos defendíamos como
podíamos y entonces apareció el, como caído del cielo. De un puñetazo le tiro
al suelo. Este se levanto e intento, torpemente, devolvérsela. Cosa que no pudo
y volvió a tropezar y a caer. El apuesto chico lo saco de una patada a la calle
y se enfrento a él. El borracho, con cara de pocos amigos, levanto las manos en
señal de dejarlo y se marcho. Nosotras salimos a ver la escena. El muchacho se
acerco a nosotras y nos pregunto si estábamos bien. Al ver que todo estaba
correcto llamo a sus amigos y sacaron una ronda para todos. Estuvimos bailando
en la verbena sin parar de beber. De repente, me cogió la mano y nos escapamos
del grupo. Corrimos hasta un lago próximo y nos tumbamos en la hierba. Hablamos
y hablamos durante horas y al final me beso. Fue un beso tierno y dulce que me
enamoro perdidamente. Sus ojos azul añil se clavaron en los míos y desde aquel día
supe que iba a ser mío…
-
¿Alex, estas preparada? – Dani interrumpe mis
pensamientos.
-
Un segundo y estoy lista – respondo cabreada por
haberme sacado de mi ensoñación.
Fran ya no está en la habitación.
Me visto rápidamente. Me pongo mi vestido azul favorito y mis zapatos de tacón
a juego. Me revuelvo el pelo y me pongo rímel. Pellizco mis mejillas para que
se sonrojen y salgo de la habitación. Dani y Fran me esperan tomando una
cerveza y hablando. Al verme Fran palidece y sé muy bien que es al verme a mí.
-
¡Estas impresionante, Alex! – dice con un hilo
de voz.
-
Gracias, ¿nos vamos? – pregunto orgullosa de mi
misma.
En el restaurante nos encontramos
con Lucas, Claudia y Lucia. A los tres se les ve estupendos. Saludan
atentamente a Fran. El camarero nos guía a la mesa. Es nuestro restaurante
favorito, al que siempre venimos cuando tenemos algo que celebrar. Esta a las
afueras de Madrid. Cuando todos estamos sentados comenzamos a mirar la carta.
La velada transcurre divinamente. Charlamos durante horas de nuestra vida,
proyectos, amores,… Tras cenar decidimos pasarnos por el bar donde trabaja
Alfredo a tomarnos una copa.
Es domingo y casi no he
estudiado. ¡Vaya tela! Me encanta que Fran este conmigo pero me distrae de mis
estudios. Después de estar casi todo el día hincando los codos me acabo de
estudiar el temario y salgo a dar una vuelta con Fran para despedirnos. Cogemos
el coche y nos dirigimos a la sierra. Conozco un lugar muy interesante donde
poder despedirnos íntimamente. Después de ayer no quiero dar más espectáculos
en casa. Conduzco con cuidado ya que la carretera no está en las mejores
condiciones. Desde aquí se puede ver todo Madrid. Es una panorámica
extraordinaria. No sé como a tan pocos pasos del bullicio de una gran capital
puede haber un sitio tan solitario y precioso. Cuando me siento triste porque
echo de menos a mi familia y amigos vengo a esconderme aquí, lejos de la gente
y del agobio y es de los más gratificante. Paro el coche y nos bajamos a
respirar aire fresco. Las vistas son estupendas y la compañía aun mejor. Estamos
desconectados del mundo. Nos sentamos en la fresca hierba a contemplar Madrid a
lo lejos. Tras un rato largo en silencio Fran y yo nos miramos. El deseo
comienza a flotar en el aire y nos buscamos el uno al otro. Sin decir nada
comenzamos a besarnos y a tocarnos todo el cuerpo. Su lengua se une a la mía y
comienzan a bailar al unísono. Le estiro del pelo fuerte por la excitación. Veo
que a él le ocurre lo mismo al fijarme en su bragueta, a punto de explotar por
la erección. Bajo mi mano y comienzo a rozarle suavemente. El deseo es mutuo.
El cubre con sus manos mis senos y comienza a frotarlos dulcemente mientras me
besa por todas partes. Necesito sentirle
dentro de mí. No puedo esperar ni un minuto más.
-
Abre las piernas, nena – me dice sin rodeos.
Obedezco sin rechistar y el busca
mi clítoris para estimularlo aunque no me hace mucha falta. El contacto de su
mano me hace estremecerme de placer y doy un gran grito. Empiezo a respirar
entrecortadamente cuando mete el dedo en mi interior y lo saca con fuerza, cada
vez más rápido. No puedo contener las ansias y respondo a sus caricias. Empiezo
a moverme para sentir más placer. Trascurridos unos segundos Fran se levanta.
Me echo hacia atrás para tumbarme sobre la hierba. Se baja los pantalones
rápidamente y se pone sobre mí. Con gran habilidad toca su pene erecto y se
adentra en mi interior. Cabalga rápidamente sobre mí. Estoy totalmente
entregada a él y no tardando mucho me dejo ir en un orgasmo silencioso pero
maravilloso.
Conducimos de vuelta a la ciudad.
Se ha hecho tarde y Fran debe regresar a Valencia. Mañana tiene que trabajar.
Todavía me tiemblan las piernas por el momento vivido hace poco tiempo. Ha sido
maravilloso pasar el fin de semana junto a Fran. Aunque no lo quiera reconocer
le echo mucho de menos. Pensándolo en frio, no sé si fue buena idea venirme
aquí. Echo de menos muchas cosas que aquí no tengo. Cuando decidí venir no sabía
lo duro que podría llegar a ser estar distanciada de la gente a la que quieres.
Pero estoy aquí y nada puedo hacer. Aparcamos el coche en el garaje y salimos
en silencio. Fran parece preocupado por algo. Se le ve ensimismado en sus
pensamientos y parece como si estuviera a miles de kilómetros.
-
¿Te encuentras bien? – le pregunto.
-
Si Alex… es solo que voy a echarte de menos. He
pasado un fin de semana increíble contigo – declara sinceramente.
-
Yo también. En cuanto termine los exámenes iré a
verte, te lo prometo. Sé que esto es difícil pero debemos confiar el uno en el
otro – le digo algo triste.
Subimos a casa a recoger las
pertenencias de Fran. Dani está en su cuarto estudiando. Decido molestarle un
poco para que pueda despedirse de Fran.
-
¡Ha sido un placer volver a verte Fran! Vuelve
cuando quieras – le dice Dani animadamente.
-
Gracias Dani, cuida de Alex – implora triste.
Se acerca y me da un beso de
película. Sé que esta situación le supera pero solo me queda un año de carrera
y entonces, volveré. Le acompaño hasta el coche y nos despedimos sin mucho ánimo.
Le doy un beso suave en los labios y pego mi frente contra la suya. Se me
derraman las lágrimas en silencio y las tapo disimuladamente sin que él lo
note.
-
Te quiero, Alex. Nunca me cansare de ti. Lo
nuestro es algo especial y estoy totalmente enamorado de ti – dice sin
pestañear.
-
Yo también te quiero Fran, mucho. Nunca me
olvides. Iré a visitaros cuando termine los exámenes – respondo melancólica con
las lagrimas aun por mi rostro.
Entra en el coche, me saluda con la mano y
sale disparado hacia el tráfico madrileño de estas horas de la tarde. Todavía
le quedan casi tres horas de viaje. Volviendo a casa me invaden los recuerdos.
Me acuerdo de aquel día de verano bañándonos en el lago, los besos, las
caricias,… creo que nada ha cambiado. Seguimos siendo los mismos, seguimos
sintiendo aquel amor, aquella pasión,… y aunque hayan pasado 3 años seguimos
aquí, juntos pero separados por muchos kilómetros de distancia. Me entristezco
al pensarlo. Al llegar a casa Dani está preparando café en la cocina. Nos
espera una larga noche. Entro en mi habitación y continúo por donde lo había
dejado.
Los exámenes has pasado y me
queda un largo verano por delante para disfrutar. He aprobado todo así que ya
puedo relajarme, que este año ha sido duro. Lo primero que hago al llegar a
casa es llamar por teléfono a mis padres para informarles de todo. El fin de
semana voy a ir a verles. Tengo muchas ganas de estar con todo el mundo.
También he llamado a Lorena y Vanesa, mis antiguas amigas del pueblo para salir
por allí con ellas. Tengo que preparar muchas cosas para el viaje. Cuando
termino de hablar me dirijo a la cocina para ver que hay en la nevera. ¡Me
muero de hambre! Dani está en el salón viendo la televisión. También le han ido
bien los exámenes así que está disfrutando el principio de las vacaciones.
Hasta septiembre no nos tenemos que preocupar. Saco un poco de embutido y me
preparo un bocadillo. Con el hambre que tengo tiene que ser algo rápido. Entro
en el salón y me siento junto a Dani, que esta ensimismada viendo uno de esos
programas que tanto nos gustan.
Comentamos todos los cotilleos del día. Pensándolo bien Dani y yo somos muy
parecidas, por eso congeniamos tan bien. No sé qué haría sin mi Dani. Es una
persona muy importante en mi vida y haría cualquier cosa por ella. Me planto
delante del ordenador a navegar por internet para entretenerme un poco. Afuera
hace un día radiante, el sol está en lo más alto rociándonos con sus bellos
rallos. No tengo correos nuevos. Vago por internet cuando de repente un anuncio
llama mi atención. “Se busca chica de
entre 18 y 24 años con buena presencia, abstenerse extranjeras. Salario alto. No
necesaria experiencia. Contactar con Rosalinda.” Y con el mensaje un número
de teléfono. Me pica la curiosidad y voy corriendo a por el móvil. Marco el número
y, al tercer pitido, responde una señora de una mediana edad.
-
¿Si, quien llama?- pregunta tranquila.
-
Eh… hola…. Mmmmm – me quedo cortada, no sé muy
bien que decir.
-
¿Llama por lo del anuncio? – pregunta la voz al
otro lado del teléfono.
-
Eh… si… bueno… solo quería informarme… -
respondo titubeando.
-
No le puedo explicar los detalles del puesto por
teléfono. Tendrá que pasarse por una dirección que le puedo facilitar para
hablar – responde como si se lo supiera de memoria. Por cierto, ¿Cuántos años
tienes?
-
Eh… 20… señora – balbuceo.
-
Muy bien, veo que uno de los requisitos lo cumples, ¿Cuándo podrías
pasarte? – me pregunta rápidamente.
-
Eh… no estoy segura de querer el puesto, todavía
no se de que va todo esto – respondo insegura.
-
Puedes pasarte sin ningún compromiso. Te
facilitare toda la información que quieras y eres libre de decidir si lo
aceptas o no – responde la voz cortante.
-
Muy bien, pasare a informarme – digo no muy
segura.
-
¿Cuándo te viene bien? – pregunta.
-
Cuando usted me diga.
-
Tengo un hueco mañana por la mañana, a las
10:00. ¿Te parece bien?- pregunta para confirmar. La dirección es Avenida San
Eloy 60. La espero mañana. Pregunte por Rosalinda. ¿Cuál es su nombre?
-
Alejandra Ramírez.
-
Bien. Hasta mañana.
Apunto rápidamente la dirección
en un papel y la hora en la que tengo que estar. ¡Que extraño! Nunca me habían
hecho una entrevista así, sin decir nada por adelantado. Aunque la idea me
asusta a la vez me llena de emoción. Algo desconocido me espera y no tengo otra
cosa mejor que hacer. Me levanto de la silla y voy a contárselo a Dani.
-
¿Qué vas a ir a donde? – pregunta alucinada.
-
No sé muy bien de que va el trabajo pero voy a
ir a hacer la entrevista – respondo segura de mi misma.
-
¡Tú estás loca! – gruñe. No sabes ni de que se
trata, ni cuanto te van a pagar ni adonde tienes que ir mañana. ¡Por el amor de
Dios, Alex! – exclama levantando los brazos muy alterada.
-
Solo es curiosidad. Si no me interesa, con darme
la media vuelta está solucionado – respondo distraídamente.
-
Haz lo que quieras, eres mayorcita. Pero luego
no me vengas con problemas – increpa.
Nos preparamos para ir a tomar
unas cañas con Lucas y Lucia. Hace un día maravilloso. Le sigo dando vueltas a
la llamada y decido comentarlo con mis dos amigos para que me den su opinión.
Dani, a veces, es una exagerada y no puedo fiarme de su criterio. Al menos, hoy
no. Entramos en la cafetería donde trabaja Alfredo y nos saluda atentamente con
unos cocteles en la mano. Ambas hacemos un gesto negativo con la cabeza y
pedimos dos cañas. Nos sentamos en la mesa del fondo. Al rato aparecen Lucas y
Lucia. Charlamos un buen rato de diferente temas y, al fin, me decido a contar
lo del extraño trabajo.
-
Yo que tu no iría, Alex – me dice aterrorizado
Lucas.
-
¿Por qué no? – pregunta Lucia. No tienes nada
que perder, y además, es un trabajo por el que te van a pagar.
-
Pero no tiene ni idea de que se trata. A lo
mejor es algún asunto relacionado con las drogas o algo peor. Mi consejo es que
no vayas – implora Lucas.
-
No le hagas ni caso, Alex. Lucas es un miedica que
siempre saca todo de contexto – le mira con mala cara. Tú vete y que te
expliquen de que va el tema. Si te interesa, bien y si no, te vuelves por dónde
has venido. Pero por lo menos vete y no te quedes con las ganas.
Solo faltaba que me dieran un
pequeño empujón. Lucia me conoce muy bien y sabe lo que decirme, sabe lo que
quiero escuchar en cada momento. Gracias a su consejo decido en ese momento que
voy a ir a probar. No tengo nada que perder y puede que mucho que ganar. En
esta vida quien no arriesga no gana así que está decidido. Dani no puedo
contener su expresión de asombro tanto dirigida a mí como a Lucia.
-
Estáis completamente chifladas, ¿me oís?-
pregunta con ironía.
-
No tiene por que pasar nada, simplemente es una
entrevista de trabajo – digo orgullosamente. Además voy a tener mucho tiempo
libre y no me vendría mal alguna distracción.
-
¡Muy bien dicho Alex! – me anima Lucia.
Cuando llego a casa se me pasan
por la cabeza todas las cosas que me han dicho mis amigos y me entra el pánico.
¿Y si tiene que ver con las drogas? ¿Y si son una mafia? ¿Y si me meto en algo
de lo que luego no puedo salir? Este Lucas ha conseguido meterme todos sus pájaros
en mi cabeza y ahora estoy aterrorizada. Decido meterme en la cama y poner la
mente en blanco. Quiero estar bien descansada para mañana. La cabeza me da
vueltas con tantos pensamientos hasta que caigo rendida en un profundo sueño…
El sol entra por la rendija de mi
ventana y hace que me despierte. Miro el
despertador y marcan las ocho menos cuarto. Aun tengo tiempo, es pronto. Me
incorporo lentamente todavía medio dormida y salgo de la habitación hacia el
baño. Pongo a preparar café y voy a ducharme. Cuando salgo me encuentro a Dani
fuera esperando con cara de pocos amigos.
-
¿Todavía piensas en ir? – me pregunta alucinada.
-
Claro que sí, ya te lo dije ayer. No tengo nada
que perder hermanita – le respondo con dulzura dándole un pellizquito en el
moflete.
-
No te voy a dejar que vayas sola – me atraviesa
con la mirada.
-
¿Vas a venir conmigo? – pregunto curiosa y, a la
vez, emocionada.
-
No te apoyo en esto, Alex, pero si tanto empeño
tienes en ir por lo menos que no sea sola – dice.
Salto encima de ella y la abrazo
con fuerza para demostrarle mi alegría. Con Dani a mi lado todo va a ser más
fácil. Me voy corriendo a la habitación a vestirme, llena de alegría. Estamos
tomando el café mientras que charlamos de la entrevista.
-
Tu en el momento que veas algo que no te guste
te largas – me ordena Dani.
-
Que si… que ya soy mayorcita. Esta muy bien que
quieras protegerme pero simplemente es una entrevista para un trabajo. No hay
nada de malo hermanita – respondo cansada de repetir lo mismo cien veces.
Terminamos nuestros cafés y
salimos a la calle. Hace muy buena temperatura y el sol sale por un costado.
Voy con mi vestido azul preferido para causar buena impresión. Dani, a mi lado,
no dice nada. Camina cabizbaja mirándose sus zapatos. ¿Qué la pasara? ¿Tanto la
preocupa esta estúpida entrevista? En sus ojos se refleja la inquietud.
-
¿Qué ocurre Dani? ¿Por qué te afecta tanto? –
pregunto alarmada y a la vez intrigada.
-
Nada. Es solo que no estoy de acuerdo con esta
locura – responde nerviosa. No sé qué haría si algo te pasara, Alex.
La miro con afecto y dulzura.
Dani me quiere, y mucho. Nunca antes me lo había demostrado y me siento alagada
de escuchar esas palabras salir de su
boca. El cariño es mutuo. Me paro y la abrazo fuerte delante de miles de
transeúntes que se nos quedan mirando con cara extraña. Nos adentramos en el
metro madrileño. Está repleto de gente corriendo de un lado para otro mirando a
sus relojes. Dani y yo miramos la línea de tren que tenemos que coger para
llegar a nuestro destino. Línea 4. Al entrar nos quedamos en una esquina por la
falta de espacio. Odio el metro. Me da mucho asco. Es por la mezcla de olores.
Salimos con el estomago medio revuelto a la calle. ¡Por fin! Aire libre.
Preguntamos a unos viandantes por la calle que buscamos y al decirles el número
nos indican la dirección con mala cara. ¿Qué ha sido eso? ¿Por qué esas caras? Me
entra la angustia pero no puedo echarme atrás. Me armo de valor y nos
encaminamos hacia nuestro destino. Tardamos 20 minutos largos en llegar. El
barrio no es el mejor de Madrid. En las aceras se ven putas seduciendo a viejos
y subiendo con ellos a sus apartamentos. Más adelante vemos gente drogándose.
Me entra el pánico al ver aquellas escenas pero seguimos adelante. Dani no dice
nada. Esta tan asustada como yo. Por fin llegamos al número 60. Es una casa,
nada de oficinas. La fachada es vieja y en el portal vemos a un hombre pidiendo
limosna. La puerta está abierta. Nos adentramos. La estancia esta oscura y se oyen
el ruido de goteras de fondo. Hace mucho frio. En el fondo del pasillo
encontramos una puerta y una especie de portero. Pregunto por la señora
Rosalinda y me abre la puerta muy educadamente. Al entrar encontramos un
mostrador con una señora de mediana edad y unos sofás verdes desgastados. Me
acerco a la recepcionista y pregunto por Rosalinda.
-
¿Es Alejandra Ramírez, verdad? La está esperando
en su despacho. Fondo del pasillo a la derecha. No puede entrar con
acompañante.
Dani me mira perpleja y me indica
con la cabeza que se va a sentar en el sillón a esperarme. Me armo de valor y
me dirijo al despacho. Al llegar toco la
puerta y una voz de fondo me manda que pase.
-
Entra Alejandra, te estaba esperando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario